Re-load, Sanabria-Lugo
Otra vez mucho tiempo sin actualizar este diario. Mis necesidades de registro las estaba cumpliendo en www.alucherosdelpedal.com. Ha desaparecido como asociación y por lo tanto el mantenimiento de la pagina web. Continuamos saliendo de vez en cuando y haciendo un viaje anual que siempre es toda una experiencia. Añado enlace del viaje 2013
http://www.alucherosdelpedal.com/cicloturismo/grandes-recorridos/461-de-donosti-a-zaragoza-surcando-las-cimas-de-los-pirineos-parte-2.html
Viaje del 2014 al completo
Sanabria-Lugo
Puebla de Sanabria – Truchas. 19/07/14. 45,09km
Salimos
del camping de Puebla después de haber pasado una buena noche en el camping
(bueno, el que escribe a punto estuvo de morir gaseado en la tienda). Hoy nos
enfrentamos a la primera etapa seria, con un puerto que va a poner a prueba la
preparación pre-ruta que en algunos casos ha sido…. nula ¡. Pero como se verá
en la descripción de las siguientes etapas, esta falta de preparación será
sustituida por una increible capacidad de sufrimiento y un echarle un par. La genética
aluchera pondrá el resto.
Pedaleamos tranquilos y con buen humor. La mañana es
muy agradable y después de pasar El Puente nos libramos del tráfico intenso que
genera la cercanía al Lago. Nada más pasar el citado pueblo nos encontramos con
el primero de los personajes peculiares con los que nos hemos topado en esta
ruta. Un pastor con sus 10 ó 12 vacas en medio de la carretera. Charlamos un
ratito con el, mientras le hacemos ver que alguna de las vacas está en medio y
pasan coches: ‘que se jodan, esto es cañada’. Le preguntamos por sus
condiciones de vida, los lobos…. Nada más mencionar los lobos, se enciende,
echa pestes de la administración, de las indemnizaciones, de los lobos… nos
cuenta que el pondría veneno, intentaría localizar las camadas (su descripción
de lo que haría con los lobeznos con unos alambres atravesandolos el cuello nos
deja boquiabiertos), y se va cabreando según va hablando más y más… y que quemaría el monte por la falta de
pastos… nos despedimos de el antes de que nos achuche al mastin que le acompaña
porque vemos que la conversación va
retroalimentando su cabreo.

Seguimos pedaleando tranquilos hasta que llegamos a
una curva de casi 180º que marca el ascenso al puerto del Alto del Peñon
propiamente dicho. Nunca había subido un puerto sin curvas, totalmente pelado,
sin protección del sol. La subida solo se alivia al ir tomando altura, por las
vistas de la comarca que acabamos de dejar. Nuestras diferencias de forma
fisica nos hacen afrontarlo casi en solitario. Calor ¡¡¡¡, Sol ¡¡ los
porcentajes no son excesivos, pero la subida se hace eterna. Una fuente casi en
el medio del ascenso se muestra como un oasis salvador. Cogemos agua, metemos
los pies, nos refrescamos y para arriba de nuevo. En total 10 km para ponernos las
piernas como kebabs y recordarnos que también vamos a sufrir. Vistazo y
descanso desde lo alto y a bajar sin mas novedad hasta el final de nuestra
etapa: Truchas.
Llegamos a una hora razonable para buscar donde pernoctar. Para
ello mandamos a nuestros emisarios a charlar con las gentes del lugar. Nos
tomamos unos botellines en el bar, y esperamos resultados. Tenemos a la mitad
del pueblo yendo y viniendo de la tiendaconunpocodetodo donde estamos hablando
con la gente. Todo el mundo nos dice que en algún sitio nos meten, pero el
tiempo va pasando, y los que tenían alguna solución y se habían ido a
arreglarla ya no vuelven. Aparece Pepin, un personaje al que al parecer alguien
le ha otorgado la responsabilidad de los sitios públicos del pueblo. Ya nos
habiamos fijado en el en el anterior bar donde habiamos estado. Nada mas llegar
nos miró de arriba abajo con un botellin en la mano. Alli, con otro botellin,
no hace sino negar con la cabeza. Llegamos a hablar con el alcalde que está
en.. Leon¡¡ porque vive alli ¿?, lo intentamos con uno de los curas pero no lo
localizamos. Cada vez va quedando menos gente alrededor. El batiburrillo va dispersandose.
Solo permanece Pepín con su botellín (otro distinto al que tenía) y un par de
comparsas de Pepín que interceden ante el, como jugando, sin ninguna
convicción. Después de mucho enredar nos dice que podemos dormir en el soportal
de la iglesia, que ya se ocupará él de hablar con el cura. Echamos un vistazo a
la iglesia. El sitio es bueno, pero el tio se las está dando de influyente, se
nota que esa iglesia hace tiempo que no la abren. Las arañas como puños que
corren por allí y la sensación de abandono así lo indican. Pero a nosotros nos
vale. Desplegamos el campamento y nos vamos a cenar al bar de la gasolinera.
Allí nos recibe una ninfa en tirantes que se dá cuenta del efecto que nos ha
causado y se exhibe y nos sonríe. Pepín vuelve a aparecer por allí con los ojos un poco mas vidriosos. Pero ya no
le prestamos la atención que viene buscando. La madre de la chica nos dá de
cenar un menú muy apañado y bien de precio. Restaurante los Templarios. A
dormir, la noche es fría, y la mañana lo será más.
Despertamos
en una mañana muy bonita y soleada… pero gélida. ¡Que estamos en Agosto ¡ Por
aquí parece que no ha llegado el verano. Todos hemos soñado con ninfas en
tirantes y volvemos al restaurante a desayunar. Allí nos vuelve a recibir la
simpática señora que nos dio de cenar y nos damos cuenta que debe ser que las
ninfas no existen.

Comenzamos
una de las etapas más bonitas de este viaje. Hoy toca otro puerto, Llano de las
Ovejas. Nuestro router se ha propuesto que en dos dias cojamos la forma que
deberíamos habernos trabajado en 6 meses. Y encima ha elegido un puerto con un
nombre que parece de coña. Allá vamos, subiendo muy poquito, pero subiendo
desde el principio. El segundo y último pueblo que pasamos antes del puerto,
sin una mala tienda donde comprar pan, nos hace plantearnos un bonito menú de
sopa de sobre para mediodía. Menos mal que a diferencia del puerto del Peñon
este es más agradable en
paisaje. Se ve agua y hay un poco mas de vegetación.
Comenzamos la subida propiamente dicha después del pueblo de Corporales. Unos 11 km por delante. Pero aquí
hay curvas en las que plantearte pequeños objetivos. Vamos ganando altura,
vistas y sufrimiento. Las alforjas insisten en tirar de nosotros y los
molinillos trabajan a destajo. La vegetación va quedando atrás y el paisaje es
más agreste aunque espectacular, un breve consuelo para cuando levantas la
vista del manillar. Es un puerto duro, pero con final… Arriba, ni un mal cartel
que indique el final de la subida, pero entendemos el nombre. Vamos ‘llaneando’
por arriba, nosotros debemos ser las ovejitas. Entre las imponentes montañas,
silencio… ni un alma… eso de allí es el Teleno.. coño ¡¡ eso lo he estudiado yo
en el cole…¡ y ahora le estoy mirando a los ojos!
Iniciamos
el descenso hasta el siguiente puerto al pie de la estación de ski de ‘El
Morredero’. Le vamos dando a las barritas para llegar a comer a Peñalba. A
diferencia de otros años estamos siendo formales y nos ponemos a pedalear a
horas decentes y pensamos que no llegaremos muy tarde para poder comer. El
descenso es vertiginoso. Si alguien se decide a seguir este track tiene que
tener en cuenta que abandonaremos la carretera para bajar por pista a Peñalba.
Hemos entrado en El Bierzo. Y nos vuelve a demostrar que es una de las zonas más
bonitas de España.
Tomamos
la pista hacia Peñalba. O sendero… Tenemos que parar de vez en cuando para
admirar lo que nos rodea. Nos estamos metiendo en un valle encajonado entre
montañas impresionante. Vislumbramos los primeros tejados del pueblo allá
abajo. No podemos creernos lo que estamos viendo. Alguno de nosotros (y salvando las distancias claro) lo compara
con un Machu Picchu en pequeñito. Llegamos y el pueblo no nos defrauda. Un
acierto el haber pasado por allí. Nos paramos en el primer sitio que vemos para
comer, una especie de restaurante sin ni siquiera cartel. Aromas del Oza es su
nombre. Otro acierto. Tambien funciona como casa rural. Solo hay dos sitios
para comer en el pueblo y este es el mejor. La mujer que atiende nos dice que
nos dará de comer a pesar de ser casi las 4, pero que tranquilos. Bueno, pues
nosotros tranquilos. Y caen tres rondas de Estrella Galicia antes de sentarnos.
¡Que buena esta esta cerveza! Rivaliza de tu a tu con la Mahou. Nos sentamos a
comer. Y si ya habíamos dada por buena la etapa por el panorama en las cumbres
y el descenso hasta el pueblo, la comida que nos sirven la eleva a leyenda.
Garbanzos con pulpo, Churrasco con una especie de chimichurri para meter el
morro en el cuenco, ensalada de pimientos…. Me vuelve a entrar hambre solo de
recordarlo. Desiderio, el dueño, nos cuenta su historia en los postres. Regresó
al pueblo de su infancia después de ejercer de emigrante y abrió este pequeño
restaurante ‘pausado’ donde se va a comer sin prisas. También cocina sin prisas
y merece la pena esperar.

Nos
tomamos unos chupitos en el otro bar del pueblo, con una terracita interior
super agradable. Aquí nos indican donde dormir. Hay un albergue que está
cerrado. La llave la tiene alguien que vive en Ponferrada: Un alcalde de un
pueblo que vive en Leon a mas de 100
km de distancia, el encargado de un albergue que vive en
una ciudad a unos 25 km…. Hay algo que no funciona en este pais. Nos enseñan
unas galerías techadas de unas casas del pueblo. Perfecto. Visitamos la pequeña
iglesia mozarabe del pueblo, fundada al parecer por San Genadio. Un monje que
se retiró a este pueblo y pasaba el tiempo entre la iglesia y una gruta
cercana. Muy boninta. Cenamos en ese mismo bar y quedamos con la dueña para desayunar.
Después de un pequeño paseo nocturno por el pueblo y charlar sobre lo divino y
lo humano… a dormir¡
Después
del desayuno, iniciamos la etapa dejándonos caer hasta Ponferrada. Si la
llegada al pueblo nos alucinó, la salida nos flipa. Un bosque tupido nos
acompaña a ambos lados: hayas, castaños, ríos, pequeñas cascadas…. Vamos
parando para contemplar lo que tenemos a
nuestro alrededor y también para no quedarnos helados. ¿Dónde está el verano
este año? En San Clemente de Valdueza
una señora nos para y nos ofrece unas
pastitas que guarda en una olla para chuparse los dedos. ¡Otra vez nos entra hambre
¡ Le damos carrete para tener la oportunidad de seguir comiendo pastas. Vamos
dejando atrás el Valle del Silencio, y las alturas se suavizan y se abren, nos
acercamos a Ponferrada. Las entradas a las ciudades siempre son feas y en esta además
vamos lidiando con los peregrinos del Camino de Santiago… ¡Buen Camino!... va diciéndose
todo el mundo. La primera vez tiene gracia, pero después como que te vas
hartando…
Tenemos
que enlazar en Ponferrada con el Aluchero Víctor, y aquí le encontramos. Va a
hacerse la etapa de mañana con nosotros. Y después, él y Keko se volverán a
Madrid. ¡Esto es afición! La etapa de mañana será una de las duras. O eso creíamos,
porque las que vinieron después eran replicas de la de mañana. Pero eso es o
será otra historia.
Después
de comer en un parque de Ponferrada, reanudamos etapa. Sin mucho desnivel pero
un poco rompepiernas. ¡Este deporte después de comer es lo más! ¿Y con calor?
Buah¡ ¡Un placer! Se lo recomiendo a todo el mundo. Sin grandes novedades afrontamos
el alto de Vega de Espinareda y como
todo lo que sube baja, el descenso a Vega de Espinareda. La bajada nos ofrece
algunos miradores donde parar y apreciar el pequeño pero intenso puerto que
mañana tendrán que subir Keko y Víctor de vuelta a Ponferrada. No les
envidiamos.
Ya en
Vega nos encaminamos al camping. Después de instalar las tiendas, algunos de
nosotros vamos a la playa fluvial que hay en el pueblo. Fantástica y con gran
ambiente. No reparamos que solo hay algunos niños en el agua a pesar de que hay
mucha gente. Enseguida lo entendemos. Nos metemos en el agua y solo podemos dar
unas brazadas. La sensación que nos queda después de salir es como si se nos
hubiera despegado la piel, no sabíamos que el río Cuá es el resultado del
deshielo de algún glaciar río arriba. Esa es la impresión y la razón de que
solo haya algunos niños inconscientes en el agua.
Cenamos
en el restaurante El Molino. Tiene una bonita terraza sobre el río, pero vamos
dentro que hace fresco. Cenamos con resultado desigual según las opciones
elegidas. El vino es excelente (Campo Redondo, D.O. el Bierzo) y muy apañado de
precio. Como es la despedida de Víctor y Keko caen unas cuantas. Y después unos
cuantos chupitos. Resultado: el que escribe se fue contento al saco. Una sugerencia
para quien visite este restaurante: si os atiende una camarera rubia (de bote,
suponemos) pedir conejo. La respuesta animará la noche y el conejo esta bueno.
Vega de Espinareda – Piornal. 22/07/14. 41,31 Km .
Track
Mañana
fresquita pero agradable. Keko y Víctor han madrugado. Van a coronar Ancares y
desandar el camino hasta Ponferrada para volver a Madrid. ¡Están locos estos
romanos! Salen mucho antes que el resto del grupo. Hoy es la que se presupone
etapa reina. Dos puertos: Lumeras y Ancares. Para coronar dos puertos es muy
bueno haber bebido la noche anterior. Lo recomiendan en todos los
programas de
entreno. ¡Resacoso es mejor! Mis compañeros van un poco mejor que yo. Por mi
parte no tengo ganas ni de hablar. Voy penando en toda la subida a Lumeras, que
si bien no es un puerto de excesivos porcentajes a mi me parece el infierno.
Recuperamos fuerzas en lo alto y parece que el día para el borrachín se aclara.
Nada más que reseñar de este puerto.
Así que
a bajar de nuevo. Ya las conversaciones se ciñen al puerto rey: Ancares, y a si
nuestra avanzadilla será capaz de coronar y volver a Ponferrada. Después del
descenso el terreno se ha convertido en un falso llano constante que nos
mantiene tensos. Vamos otra vez sin pan para comer. Así, permanecemos atentos a
cualquier tienda en las pequeñas poblaciones que vamos atravesando. Pero no hay
nada. El paisaje ha experimentado un pequeño cambio, y ahora empezamos a ver
algunos robles. Todo se mantiene verde en el pequeño valle que vamos
atravesando de forma longitudinal. ¡Allí vienen! Keko y Víctor están de vuelta.
Nos cuentan que el puerto es duro y eso que ellos han ido sin alforjas. Les
preguntamos por los detalles y notamos que Keko se mantiene discreto para no
desanimarnos en exceso. Abrazos y despedida. Les espera todavía una etapa larga
y el regreso a Madrid. ¡Campeones!
A
partir de aquí quedamos los cuatro que terminaremos el viaje: Julio, Sergio, Ángel
y Carlos. Paramos a comer en Pereda de Ancares, en una especie de centro de
turismo rural, con una terracita súper acogedora. Después de ponernos una
rebequita saboreamos nuestra primera empanada. Esta buenísima.Ya estamos
olisqueando Galicia. Nuestro anfitrión nos da algo de pan e información sobre
lo que nos espera. Hemos picado su amor propio y termina comentando que el
también va a prepararse la subida a Ancares para el año que viene. Sustituimos
las habituales rondas de cervezas por coca-cola. Se nota que estamos un poco intimidados.
Continuamos,
y después del pueblo Tejedo de Ancares, encontramos una pequeña área recreativa
donde rellenaremos bidones. La gente con la que nos cruzamos nos anima con el
alivio de quien va a hacer el mismo trayecto que nosotros en coche: con una
sonrisa y unos ánimos entusiastas un poco exagerados. Si pudieran nos
palmearían la espalda.

Dejamos
la fuente, primera curva a la derecha y aquí aparece la primera rampa. Saltamos
del cómodo 2% o 3% aproximado que traemos al 7% u 8%. Y en la siguiente contra
curva ya cogemos los dos dígitos de porcentaje que no terminarán hasta la
cumbre. Sergio va con problemas en su portabidones y paramos al principio a
solucionarlo, contentos de demorar un poco lo que nos espera. ¡Arriba!, plato
pequeño, paciencia y el corazón latiendo en tus oídos. Superado el primer kilómetro
parece que el cuerpo se aclimata y ya solo queda esfuerzo y gotas de sudor
cayendo entre tus rodillas, la cabeza humillada hacia el manillar. Si levantas
la vista la bici se te desvía, tienes que volver a meter la cabeza entre el
manillar y concentrar tu esfuerzo para mantener la bici recta. Algunas rampas
parecen clavar el pedal imposibilitando el completar el círculo con las bielas.
Una fuente aparece un poco antes de la mitad de la ascensión. Una buena excusa
para parar. Algunos nos encontramos allí, porque aunque somos cuatro, los
puertos siempre se suben en solitario. ¡Es duro! ¿Eh? Si¡… acierta uno a decir,
pero no hay aliento para más. Montamos a duras penas de nuevo. Las piernas
saben lo que hay y se resisten a funcionar de nuevo. ¡Solo otros tres
kilómetros más! Solo!…..la última zeta cae casi con dolor y desesperación y
después ya puedes divisar a lo lejos el final. Esto te consuela. Incluso esta
pesadilla tiene un final. Llegamos a la cumbre y desmontamos con cuidado de no
caernos. Las piernas no responden a los gestos de desengancharnos de los
automáticos. Eso si, cuando acertamos a levantar la vista el espectáculo es
grandioso. Parece que estamos en el techo del mundo. El día es claro y nos
permite divisar un paisaje en modo panorámica interminable. ¡Este es un puerto
con final feliz! ¡Con premio! ¿Premio? La verdad es que nos lo hemos ganado.
Nos
felicitamos y fotos. Y a bajar lo subido. En esta otra vertiente el paisaje está
un poco más poblado de vegetación, es más verde, más gallego, nos refresca la
vista y los sentidos.
Después
de bajar casi interminablemente, llegamos a los aledaños del pueblo de Suarbol,
descendemos al río y comenzamos una pequeña subida en medio de un hayedo cerradísimo.
Esta subida se nos atraganta un poco, menos mal que es breve, pero alguna rampa
al 8% termina de rematarnos.
En poco
tiempo alcanzamos Piornedo, ya en un entorno típicamente gallego. Final de
etapa. Paramos en la primera tasca que vemos e iniciamos nuestro revoloteo en
torno a la gente local para pernoctar. Las noticias no son buenas. No hay
sitios cubiertos y el dueño del hostal local encima es agente forestal de la
zona. Como la noche amenaza humedad no nos arriesgamos. Negociamos una habitación
triple con este tipo para los cuatro. Nos la deja a buen precio y encima no
tendremos que desplegar el campamento.
Piornedo
es un pueblo famoso por sus pallozas y hórreos. Saliendo del hostal escuchamos
un sonido similar al violín y a alguien cantando en el interior de una de estas
pallozas. Intentamos ser sigilosos para que no pare de tocar, pero enseguida
nos oye. Es el dueño de la palloza que la tiene como un museo y tal como se
utilizaba en la antigüedad. Quedamos maravillados por la construcción. Es en si
una pequeña factoría, donde los antiguos habitantes vivian con la familia al
completo, acompañados de sus animales. Con las zonas delimitadas para cocinar,
curar embutidos, establos para animales pequeños, para las vacas, para los
caballos, gallinero, espacio para los útiles de labranza y para fabricar
estiércol; una habitación para los abuelos, y otra arriba para el resto de la
familia. En fin, toda una forma de vida bajo un techo de brezo.
Cenamos
decentemente en el hostal e intentamos dar un paseo, pero la oscuridad del
pueblo y los perros sueltos de mal humor nos hacen desistir. Hoy a dormir en
cama que nos lo hemos ganado.
Desde
la ventana del hostal podemos contemplar un bonito mar de nubes. Señal de que
una parte de la etapa de hoy será negativa. En el pueblo hay un festival de
pandeiras, pero no nos podemos quedar. Una pena. Hay que continuar.
Dejamos
el pueblo y comenzamos un descenso de casi 30 Km . con algún repechín de
los gallegos… de esos que parece que estas bajando.. pero no… estas subiendo,
¿o bajamos otra vez? No se sabe muy bien... Al menos al principio esta claro,
vamos bajando, por un valle muy bonito, con buenas vistas. El tiempo nos está
respetando, soleado y sin calor. ‘¡que buenas etapas nos planificas Julio! Pensábamos
que esta etapa sería pajarina’…Es la calma que precede a la tempestad, la
sensación de que todo va demasiado bien y piensas ‘es imposible que todo sea
así’. Pero por ahora lo es. Vamos
dejando pequeños pueblos ahora arriba a la derecha, ahora abajo a la izquierda
y otras veces los atravesamos. Pequeños, con la poca gente que los habita
ocupada en sus quehaceres.
Llegamos
a Navia de Suarna, pueblo más o menos grande donde compramos pan, empanadas y
donde encontramos un bonito sitio para comer. El área recreativa al lado del río,
con una zona habilitada para bañarse, es un magnifico sitio para parar. Sacamos
quemadores y cocinamos las delicatessen en sobre que hemos traído.
Reanudamos
ruta y termina lo placentero. Nada mas cruzar el bonito puente del pueblo
comienzan las rampas. A esta hora el calor aprieta y lo que es peor, pequeñas
moscas se arremolinan alrededor de nuestra cara. Decenas. No se llegan a posar
en ti, pero te tocan, se arriman a las gafas, a la boca… Probamos con repelente,
pero parece que aún las atrae más. Pero esto es solo el primer plato. El
segundo es que la carretera pica hacia arriba. ‘ ¡Vaya etapas que nos preparas
Julio! ‘No nos lo esperábamos así. Las primeras rampas nos avisan, en torno al
8%. Pero pronto encaramos algunas que ya superan el 12%. Este deporte es lo
mejor para después de comer.
Durante
casi 12 Km .
continuamos así, con pequeños descansos muy breves que preceden a repechines
gallegos de dos dígitos. No parece terminar nunca y nos toca la moral.
Afortunadamente comenzamos a pillar sombra, y por trechos las moscas van
desapareciendo.
Va
cayendo la tarde y llegamos al cruce de carreteras que pone fin a nuestra
penitencia por haberlo pasado tan bien durante la mañana. Aquí nos encontramos
con otro cicloturista ¿alemán? ¿danés?... chapurrea el español. Viene como
vestido de domingo, en contraste a nosotros que parecemos supervivientes de un
cataclismo. Bici negra reluciente, ropa negra de marca, como recién duchado y afeitado, todo perfectamente empaquetado. ¡Hasta el
casco le queda bien! Nos pregunta por un hotel rural que esta a unos 32km. ¡Jajaja!
¿Son las 19:00h y todavía te quedan 32 Km .? Jajaja, ¡Te jodes pringao! ¡Vas llegar
de noche! ‘Dormirás en una cama suavecita y mullidita, mientras que a nosotros
nos quedan solo 10 Km .
para llegar a un lugar incierto, donde probablemente dormiremos en el suelo!
Jajaja... No se lo decimos e intentamos ayudarle por supuesto. Se va
aparentemente feliz por estar orientado.
Afortunadamente
lo que nos queda a nosotros es cuesta abajo. Llegamos a Lamas de Moreira que
sobre el papel era un pueblo más o menos importante. Nada más lejos de la
realidad. Cuatro casas y un ¿bar? Es un mostrador en una casa particular.
Tanteamos a la simpática pero negocianta señora sobre el lugar para dormir. Nos
habla de un prado, pero hemos visto una iglesia con un soportal súper acogedor.
Nos dice que adelante, que a nadie le va importar. Buscando una fuente con la
cuñada de la del bar llegamos a una especie de pajar-establo, donde hay una
señora semioculta en el interior. Obesa, con un vestido viejísimo y de
estampado incierto. Un delantal claro con manchas de hace 10 años. Detrás de
ella una empanada enorme, reluciente, que contrasta totalmente con la señora.
Mientras nos informa que el agua es potable, los ojos se le van para arriba,
¡los deja en blanco! No le damos más conversación, parece un personaje sacado
de una película del profundo EEUU, de esos que después te van a matar para
rellenar la empanada.
Carmen,
la simpática dueña del bar, nos cuenta un poco su vida mientras nos pone
botellines. Nos invita a chorizo casero, riquísimo, con autentico pan gallego
de hace 4 días por lo menos, pero bueno también. Le pagamos los botellines. No
entiende bien lo que le contamos, pero ha sumado perfectamente los botellines
que nos hemos tomado.
Volvemos
a cocinar las delicatessen en sobre que tenemos. En las alforjas de Sergio hay
sopas para el doble de nosotros, e intenta a toda costa librarse de alguna. No
lo consigue y sus alforjas siguen abultando como si llevara una sandia en cada
una. El sitio donde vamos a dormir es de película: Iglesia y pegado a un cementerio. De hecho el agua la
conseguimos dentro del cementerio. El sitio esta más o menos limpio aunque con
algunas arañas, es inevitable. Pasamos la noche más ruidosa que se pueda
imaginar. A pesar de estar en mitad de ningún sitio, en lo profundo de Lugo, la
fauna local da fe de que está en los alrededores: pájaros, lo que parece ser
una lechuza que se posa en el soportal donde estamos; un poco mas allá perros,
¿lobos?, los ladridos son extraños; lo que imaginamos que son corzos o ciervos,
y mas sonidos que no podemos identificar.
Lamas de Moreira – Vega de Carro. 24/07/14. 38,7 Km .
Desayunamos
en ‘ca Carmen’. Sigue sin entender muy bien lo que le contamos, pero no se le
olvida cobrar ni un desayuno a un precio mas que sobrado. De cualquier forma
vaya por delante que si no fuera por ella, por mantener su pequeño bar abierto,
la zona estaría desprovista de cualquier opción en unos 20 Km . a la redonda. Es solo
que, aunque su cabeza ya acusa la edad, su oficio de camarero todavía lo tiene
bien presente.
‘¡Esta
etapa va a ser pajarina, pajarina!’ Este comentario dicho un poco de coña se
convierte en realidad. Sabemos que hasta Fonsagrada es todo subida. Pero no
estamos en absoluto prevenidos para lo que tenemos por delante. ¡Otra vez
rampas de dos dígitos y una media del
8-9% durante 12 Km .!
Esto al salir de Lamas no lo sabemos, lo vamos averiguando sobre la marcha. A
estas alturas los Ancares ya no nos resultan tan duros. Incluso nos parece más
fácil. ¡Y vuelven las moscas! Todo esto combinado, convierte estas dos últimas
etapas en las más duras, quizás por lo inesperado pero también por lo físico.
Ya entendemos esas imágenes de etíopes comidos por las moscas y ellos pasando.
¡Es que no puedes hacer nada! Al menos el paisaje sigue acompañando y cuando
podemos levantar la vista pues es algo de agradecer. Nada más que reseñar hasta
Fonsagrada. Solo sufrimiento.
En
Fonsagrada, volvemos a coincidir con el Camino de Santiago, aunque ahora es el
primitivo y es menos multitudinario. Buscamos una de sus famosas pulperías para
comer, pero pronto vemos que la fama les viene grande. A pesar de que hay gente, no están ni mucho menos llenas, el personal está saturado. Están
desbordados por una situación que aquí en Madrid solucionarían con un ‘tomaros
una caña y enseguida os sentamos’. En la siguiente que visitamos la situación
se repite. Optamos por entrar en una cafetería y comer un ‘menú del Peregrino’ más
que apañado.
Deberíamos
terminar la etapa en Santa Eulalia de Oscos pero 4 Km . mas allá, en Vega de
Carro, hay un albergue, por lo que llamamos para reservar. Pocos kilómetros
después de Fonsagrada el dueño del albergue pasa por donde vamos y se ofrece a
llevarnos. No lo aceptamos, pero si que se lleve parte del equipaje. Es todo
bajada hasta Santa Eulalia, un descanso para nuestras piernas.
Santa
Eulalia como pueblo nos defrauda un poco. No así el entorno que es fantástico.
Pasamos la tarde sentados en una terracita contemplando el paisaje. Llegamos al
albergue. Un poco descuidado pero muy bonito, conservando la arquitectura del
lugar y con unas vistas que nos sirven para terminar de relajarnos. La mujer de
Jose Luis, marroquí y muy guapa, nos provee de todo el pan que necesitamos para
cenar. No aprendemos. En dos ocasiones no hemos encontrado donde comprar pan y
al comienzo de esas jornadas nos hemos desecho del que nos había sobrado. Hoy
dormimos en cama también, y con sabanas limpias que encima huelen bien, cosa
poco común en un albergue.
Desayunamos
en el albergue, y Jose Luis aprovecha para charlar un poco con nosotros.
Resulta que además de poseer este albergue es periodista en Tetuán. Bueno, en
el sur en general. Tiene una vida interesante, ha viajado mucho, principalmente
por el norte de África y Oriente Medio. Nos adelanta un incidente con el rey de
Marruecos y la guardia civil que días después se confirma en los medios, y
algunas anécdotas sobre Juan Carlos. Nos propone modificar nuestra ruta
prevista para visitar a fondo la comarca de los Oscos. A algunos de nosotros
nos seduce la idea. Pero nuestro router desconfía. Llevamos días intentando
conseguir un mapa detallado para hacernos una idea general de por donde vamos y
ha sido imposible. Los GPS están muy bien para el detalle, pero para estas
modificaciones sobre la marcha no valen para nada. Aunque en un primer momento
aceptamos la idea de Jose Luis el entramado de carreteras y caminos que hay en
la zona nos hace desistir. Casi nos perdemos unos de otros y aunque sobre el
papel las indicaciones que nos dio están claras, sobre el terreno se demuestran
confusas para alguien que no conoce el terreno. Volvemos al track y al plan de
viaje previsto, por lo que nuestro paso por Asturias será fugaz y nos volvemos
a adentrar en Lugo.

Atravesamos
el bonito y pequeñísimo pueblo de Barcia y comenzamos a afrontar rampas de
nuevo. Es la constante de Galicia. Pequeñas bajadas, y rampas del 10-12% con
algún repechín de hasta el 15%. A estas alturas Los Ancares los despachamos con comentarios como '¡ah si! Los Ancares.... eso que subimos una tarde'. Así nos mantenemos hasta el kilómetro 10. Después cogemos una
carretera local que bien parece una nacional. Está perfecta, con arcén y todo.
Desde algunos puntos logramos divisar el mar y lo que parece ser Tapia de Casariego.
Vamos
otra vez sin pan, y en ninguno de los pueblines que hemos pasado hay nada para
comprar. Llevamos nuestra comida de astronauta perfectamente deshidratada pero
sin pan como que está menos apetitosa.
En
medio de la nada aparecen dos casas. Según las sobrepasamos nos parece ver la
barra de un bar en un portal abierto. Nos podremos pasar un camino, incluso
perdernos unos de otros… pero pasar por alto un bar no. Hay varios perros
atados, afortunadamente, que meten un escándalo impresionante. En el bar no hay
nadie. Abierto pero ni un alma. Esperamos unos minutos y ya decidimos hacernos
notar. Al cabo del rato de una de las casas aparece un hombre con los ojos
inyectados en sangre del mal humor que trae. Apenas nos saluda. ‘¿Tiene
botellines?’ ‘Si’ y nos saca… ¡uno!. Le pedimos tres mas, y acuarius y algunas
latas, pero el hombre sigue de un humor de perros. ‘¿tiene algo mas de comer?
No traemos gran cosa…’ nos mira con cuchillos saliendo de sus ojos :‘¡Es que
esas cosas hay que preveerlas!, nos dice ¡Aquí se viene con provisiones! ¡Yo
aquí que voy a tener! ¿Para darselo
luego a los perros?. ‘¿Le hemos pillado en mal momento señor?’ ‘¡Es que estaba
echandome la siesta joder!’
Flipamos…
alguien en medio de la nada con un bar abierto de par en par…seguramente
fueramos sus primeros clientes en toda la mañana y eran las dos de la tarde, ¡y
el tio se mosquea por que le hemos despertado!. Nos vamos sin despedirnos
nosotros tampoco.
Continuamos
un poco más y decidimos pararnos en una pequeña aldea para comer. Pedimos agua
a una chica que estaba olisqueando florecillas en un prado con peste a
estiércol. La abuela de la chica nos ofrece ese mismo prado para comer.
Intentamos ponernos en el sitio que menos huele y a cocinar unos estupendos
tallarines y una sopa de arroz, los dos de sobre claro, y unas fantásticas
sardinas de lata caerán tambien. Mientras, la abuela ha guardado a su nieta en
lo más profundo de la casa.
Estamos
cansados. Tanto repechín pasa factura. Afortunadamente el último lo pillamos a
favor y durante 7 km
no hacemos mas que bajar. Llegamos a Chao de Pousadoiro. El pueblo parece
desierto. Hay una zona de baño al lado del rio, con zona recreativa que vamos
a aprovechar para pernoctar. El final de etapa previsto no era esto, pero el
pueblo reune tantas ventajas para pasar la noche (zona mas o menos techada,
fuente, tienda y bar) que no la dejamos escapar. Nos bañamos en el rio, el agua
está estupenda y el tiempo acompaña. Aquí compramos pan, en una panadería super
extraña… ni un cartel anunciandola. De hecho la encontramos por el olfato. La
atienden dos personajes, que parecen ser padre e hijo super curiosos. El que
nos atiende se toma su tiempo para contestar a lo que le preguntamos y apenas
le entendemos. Además busca la aprobación continuamente del que parece ser el
dueño y de mas edad. Este solo asiente con la cabeza. Nos vamos sin sacar nada
en claro, solo una barra de pan con una pinta bestial.
Encontramos
también un polideportivo semiabandonado, pero el sitio donde estamos al lado
del rio nos parece mejor y además nos da pereza movernos. ElTiempo.es dice que
va a llover pero nosotros somos mu chulos y la brisita que corre es tan
agradable que apetece dormir a la intemperie. A las 0:30h. Estamos recogiendo
bártulos y trasladándonos al polideportivo polvoriento ¡por chulos! Llueve. Y
además a ratos con fuerza. Dormimos en mitad de una pista de baloncesto llena
de cagadas de pájaro. Hemos salido ganando con el cambio.
Desayunamos
en el Polideportivo e iniciamos ruta. Llueve un pelín pero para a ratos. Nada
que ver con lo que hemos oído por la noche. Tiempo fresquito y el bosque a
nuestro alrededor con nubes enganchadas entre los árboles. Volvemos a subir,
aunque esta subida es más llevadera. ‘Hoy va a hacer un día excepcional para
montar en bicicleta’ se escucha, ‘estas son las rutas que me gustan a mi’,
‘vaya paseos que nos preparas Julio’ y nos ponemos el chubasquero que arrecia. Todo
sarcasmo. Aunque en honor a la verdad, la lluvia hasta ahora no molesta, más
bien refresca y los repeines ya no parecen gallegos por que son más llevaderos.
Aún así, todavía nos encontramos alguna rampita que nos recuerda donde estamos.
Casi 14 Km . Mas tarde llegamos a
Rioxan, el pueblo que debía ser nuestro final de etapa ayer. Menos mal que nos
quedamos en Chao. No hubiéramos llegado. Todo subiendo.
Hace ya
un rato que diluvia. Ya no es tan agradable. Unos lucenses muy simpáticos nos
dan una buena noticia: de aquí a la general que nos dejará en Lugo hay solo 16 Km . casi llanos. En
Mosteiro a 6 Km .
hay sitios para comer. Dejamos a los dos abueletes discutiendo como Pepa y Pepe
por una diferencia de 500 mts en la distancia que hay hasta la nacional.
En una
gasolinera tratamos de secarnos un poco con un secamanos de esos de aire. Pa
ná, para mojarnos otra vez. Y continuamos, la lluvia nos da un respiro y nos permite disfrutar del ambiente fresco y el olor a pastos húmedos.
Llegamos
a Mosteiro y comemos en un buen restaurante a precio de menú del día (rte. Agustín)
y reiniciamos marcha. Nos cae la mundial encima, pero bueno, el terreno ya nos
es duro y van cayendo los kilómetros. Lugo está ya a la vuelta de la esquina y
deja de llover.

Entramos
a Lugo y nos encaminamos a la oficina de turismo para que nos orienten un poco.
Resulta que hay dos albergues y uno de ellos es exclusivamente para peregrinos
con acreditación. La iglesia sigue teniendo poder en este país. ¿Qué importa el
motivo de tu paso por Lugo? ¿Si eres peregrino tienes más ventajas? ¿Hay clases
de visitantes? Nos vamos a uno privado que hay en las afueras. Buena habitación
y muy barato (10€ p/p), lo malo es que para volver al centro de la ciudad hay
que subir otro repechín gallego. Bueno, esta vez ya lo haremos a pata, y a la
vuelta pues será al revés.
Damos
una vuelta por la ciudad, cuyo mayor atractivo es la muralla. Y después pues a
tapear, que es una de las cosas majas que tienen estas ciudades pequeñas. Es
curioso porque en los bares te ponen la tapa/entrante y después la tapa
principal. Nos damos el capricho del pulpo y después un paseíto nocturno por la
muralla.
Y poco
más que contar… A la mañana siguiente recogida de coches, compras de souvenirs
(empanadas, patatas y tartas de Santiago) y de vuelta a Madrid sin mas novedad.
Concluyendo:
Ya
estamos planificando la del próximo verano. Esto quiere decir que esta forma de
viajar nos gusta y lo pasamos muy bien. Este viaje en especial es bestial en lo
paisajístico y también en lo físico. Pese a las inclemencias del tiempo; las
dificultades a veces para encontrar un sitio donde dormir sin necesidad de
meterte en un camping/hostal/hotel que cada vez es más difícil; lo difícil que
es todavía hoy en día trasladar tu bicicleta al punto de inicio, no hay
facilidades. Y volver pues lo mismo. Ya solo hay ave´s o altarias donde tienes que cumplir unos
requisitos muy exigentes de empaquetado de la bici, las plazas en los autocares
son limitadas (máx. 3 bicicletas por autobús); el triste echo de que la gente
es cada día mas desconfiada. En muchas ocasiones, en los pueblos cuando preguntábamos
o avisábamos que íbamos a dormir por allí en cualquier sitio discreto, las
caras eran serias, pero mas alegres a la mañana siguiente cuando desayunábamos
en los bares y ya (alivio) nos íbamos. Aunque intentemos economizar al máximo,
siempre dejamos dinero allá por donde pasamos, es inevitable.
En fin
que repetiremos, porque nada te da mas libertad que esta forma de viajar. Bueno
quizás andando…
“Cuando veo a un adulto en una bicicleta, no pierdo las
esperanzas por el futuro de la raza humana”. H.G. Wells
Saludos
Alucheros y Leña al Pedal.
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