Huesca

 

Salgo completamente empaquetado, compactado, del ascensor. Todo amarrado, ni un fleco suelto. He logrado salir de casa con todo enganchado a la bici y listo para montar. Será salir del portal y dar pedales. El equipaje vuelve a ser monstruoso, da respeto pensar que hay que cargar con todo esto en una ciclo turista, pero seguimos con la idea de ser mas o menos autosuficientes y no depender de encontrar o no alojamiento. Aún así, la imagen que me devuelve el cristal del portal es bastante aseada, a pesar del volumen. Fuera espera Victor. Sonriente y con una imagen más minimalista que la miá, lo que hace que el reflejo que me devolvía el cristal del portal engorde varios kilos. Mamón….parece que se ha dejado la mitad del equipaje en casa.

Resolvemos el tradicional rompecabezas del porta bicis de Julio y salimos con aire rutinario hacia Huesca. La primera impresión de la ciudad es fea. Calor, suburbio, edificios, hipermercados… hasta que nos metemos en el casco histórico, donde la impresión se suaviza un poco. Pero no mucho. Después de comer, en plena hora punta de temperatura, iniciamos el recorrido.


Huesca – Belsue. 3 de Agosto 2024. 35 kms.

Track

No hay nada reseñable hasta el mirador del Salto de Roldan, solo el calor y la carretera que lógicamente tira hacia arriba. 37 kms con muchas horas de luz por delante se presumen asequibles, pero siempre hay circunstancias imponderables. Las nuestros son el ya mencionado calor, que nos cae como un mazazo, el estado de forma de Toni, que empieza a revelarse como, digamos, insuficiente y una pista a priori en buen estado.

En Apiés, en fiestas a las 5 de la tarde, con la charanga a pleno rendimiento y haciendo imposible cualquier siesta, una chica de mas o menos nuestra edad en una vieja bici, nos pregunta donde vamos. Al explicárselo, abre mucho los ojos y nos dice que por ahí no. Al insistir que lo tenemos todo previsto, nos replica ‘vosotros veréis’ y se va sin despedirse. Sonreímos con suficiencia al pensar que es el típico lugareño desconocedor de lo que hay mas allá de la siguiente colina pegada a su pueblo.

El Salto de Roldán, así llamado en honor de la enésima leyenda de guerrero que escapa de la muerte o la captura con un salto inimaginable, es un mirador portentoso que anticipa lo que son los Pirineos. Aquí reagrupamos y aquí comienza una pista que nos va a complicar la vida. Al principio en ligera subida y con las condiciones del firme empeorando cada vez mas por el tamaño de los pedrolos que van apareciendo. Google decía que se podía transitar por ahí en bicicleta. Quizás con una mtb, no con una grável con portaequipajes. La hora tampoco la tenemos a favor. Son las 19:30 y nos queda algo mas de un tercio de la ruta.


Al menos a los pocos kms comenzamos a bajar. Al menos…, no puedo con la tensión de intentar guardar el equilibrio con mi bici brincando entre mis piernas, la rueda delantera botando para un lado y la trasera para otro. Voy acalambrado por no relajar ni un momento mi posición sobre la bici. Toni se queda muy atrás, al menos esperamos un rato y no aparece. Victor deja las alforjas a un lado del camino y sube a ver que pasa. Continuamos bajando, yo muy despacio, la mayor parte del tiempo andando, Angel mas o menos igual que yo y Julio, que parece estar recordando sus tiempos de mountain-biker, va muy suelto sin apenas desmontar. No me lo explico.

More y yo nos empezamos a inquietar (venga... nerviosos ya, lo admito) porque ya estamos casi sin luz en una pista pedrolera que no parece acabar nunca y mis calambres me hacen ir haciendo pausas cada poco. Julio nos grita desde mas abajo que tiene buenas y malas noticias. Las malas, Toni se ha caído acaba de informar Victor, y aparentemente su cambio esta muy tocado. Las buenas: no hay buenas, nos dice sonriente. Le quiero matar con mis manos desnudas.

Voy buscando con mi linterna alguna campa donde tirar las tiendas y pasar la noche y veo algunas, pero Julio ha tirado para abajo sin remisión por lo que seguimos. Todo tiene su fin y la pista empieza a suavizar su dureza y condiciones. A mi me parece que estamos cerca del final y así es, desembocamos en una carretera mas negra por la falta de luz que un vertido de chapapote. Localizo otra campa cerca de la carretera y ahí esperamos a Toni y Victor. No tardan en llegar.

Hace frio, nos abrigamos, tiramos tiendas y cenamos de ibéricos. Contra todo pronóstico, la noche es lo mas apacible de la jornada. Allí, en medio de ningún lugar. No hemos llegado a nuestro destino previsto unos kms más allá, la bici de Toni parece no tener arreglo. El mismo Toni parece no tener arreglo. A pesar de ello logramos un buen ambiente con la cena y la perspectiva del descanso.


Cerca de Belsúe – Ainsa. 4 de Agosto 2024. 77 kms.

Track

Pues hemos descansado. El aspecto del cambio de la bici de Toni no tiene tan mala pinta después de todo. Si que se ve fuera de sitio, pero es como si se hubiera ido ajustando con el uso después de la caída. Shimano es duro. Después de un desayuno pobre, es lo que tiene estar en medio de la nada, iniciamos jornada por una carretera preciosa.

Pasamos por lo que debía ser nuestro destino ayer, un área de pozas que era uno de los atractivos de la etapa. No hay nada mejor que terminar jornada con la posibilidad de refrescarse en un entorno paradisíaco. No fue así. Afortunadamente no las vemos, están unos metros separadas de la carretera, y no tenemos motivo para frustraciones. Incluso las quitamos importancia pensando que estarán medio secas.

El calor todavía no es un problema y el paisaje es relajante, es una zona para visitar. Bosque, por el pequeño desfiladero que ha formado el rio Cambón y ese efecto túnel vegetal que es tan relajante. Y poco tráfico.



Nos desviamos un poco hacia el pueblo de Nocito. Es el único pueblo donde podemos reponer fuerzas porque hay varios bares. Hay ambiente ciclista a estas horas, unos llegan, otros se van y también empiezan a llegar visitantes en coche. Encontramos un bar-restaurante donde ofrecen almuerzos y nos metemos uno de los que debieran ser normativos a nivel nacional: huevos con chistorra o panceta, y vino, cerveza o agua a elegir. (asador O’Tozal).

Y hasta aquí lo bueno de la etapa de hoy. Son las 12:45 cuando queremos salir de allí y el calor ya se ha adueñado de todo. Penamos dejando Nocitos y seguimos penando cuando alcanzamos la carretera que llevábamos.

La larga bajada que nos va a dejar en el rio Guarga tampoco nos consuela. Vamos buscando un lugar donde dejar pasar lo mas duro del calor y el rio se muestra desolador, no hay apenas agua mas que alguna charca de aspecto insalubre aquí y allá. Las piedras del cauce, redondeadas por la acción del agua y blanqueadas por el sol, reflejan la luz con intensidad haciendo que entrecierre los ojos. Remontando el rio parece que va cogiendo algo de caudal y por fin podemos parar en un área recreativa con sombra y hierba. Incluso podemos refrescarnos en el rio. Nuestro oasis.

Comemos y sesteamos hasta que no nos queda mas remedio que reanudar si queremos llegar a Aínsa a una hora decente. Y vamos subiendo bajo el sol que nos va cociendo, con el agua de los bidones recalentada y escasa ya. El alivio llega en el pueblo de Laguarta, donde adivinamos una fuente metida al lado izqdo de la carretera. Es una especie de agujero arreglado con piedra y escalera, un pequeño pilón con un caño que nos ofrece el segundo consuelo de después de almorzar. El agua es fresquísima y allí reagrupamos. Toni viene un poco resucitado aunque destrozado, pero menos que Julio que viene devastado.

Y a partir de aquí, aunque nos quedan 10 kms de prácticamente subida, se me hace mas llevadero. Venía deshidratado, esta claro, y esa parada me revive.

El fin del ascenso es el puerto de Cerralbo. Llamamos a diferentes camping del valle allí abajo y todos están completos. No tenemos donde dormir. Por fin, en booking aparece un hotel con precios mas o menos populares y no dudamos (hotel L’Ainsa). Después de la jornada tan dura necesitamos un premio.


Desde aquí bajada vertiginosa y preciosa hasta Boltaña. Curiosamente, según nos metemos en el valle que nos dejará en Boltaña y un poco mas allá en Aínsa, el aire esta recalentado. Se está poniendo el sol e incluso hace más calor que en pleno día, como si se hubieran dejado un calefactor puesto. Cuando llegamos a Aínsa la sensación es agobiante, no hay quien este en la calle quieto. Al menos con el movimiento el aire se mueve y ofrece un falso alivio. El interior del hotel es una nevera en comparación a lo que hay fuera. Cuando salimos a cenar después de la ducha, la situación es completamente diferente y la temperatura es mas acorde a lo que uno se imagina que debe tener una zona de montaña: varios grados menos y viento en calma nos ofrecen un respiro.

Durante la cena, Toni casi tiene decido abandonar. No me extraña. A pesar del pequeño resucitar que ha tenido durante la etapa, esto debe estar suponiendo un infierno para él. Calor, cuestas y una forma física apta para dos partidos de pádel consecutivos como mucho. Julio y Moreno le medio convencen de que no. En un rato que él no esta, les digo que yo no trataría de persuadirle, está fatal y lo que nos viene no es mejor. Confían en esa vieja genética aluchera que es verdad que se manifiesta tarde o temprano. Yo no se si Toni será capaz de desenterrarla. Hoy al menos cenamos bien y vamos a dormir mejor.





Ainsa – refugio de Marradetas. 5 de Agosto de 2024. 53 kms.

Track

Sobre el papel y después de lo vivido en estas dos etapas que llevamos, yo me pienso si abandonar también. Echo un vistazo al perfil de la de hoy y, aunque mas corta que la de ayer, es todo para arriba. Sin disimulo y sin contemplaciones. Desde los 500 y pico mts de altitud hasta los 1900.

Desayunamos en el hotel y dejamos Ainsa por la evocadora Avda Pirenaica. La carretera tiene tráfico y va ofreciendo apartaderos donde dejar el coche (o la bici) y darse un baño en el rio Cinca. No es la hora para nosotros, una pena.

Reagrupamos en un bar-hotel a pie de carretera, en las cercanías de Salinas de Bielsa. Y aquí, esperando a Toni nos alarmamos. No puede ser que vaya tan atrás, algo le ha pasado o se ha dado la vuelta. Por fin aparece, sereno, pero cansado. Va resignado y nos pide que tiremos sin esperarle. Dejamos esta carretera tan transitada que nos llevaría a Ordesa o Bielsa y nos desviamos a la derecha hacia Plan. Aquí también empieza, de nuevo, el calor.

Los túneles antes de llegar a Plan nos mantienen entretenidos. Toni ha revivido un poco y se mantiene con nosotros o cerca. Vamos atravensándolos con cuidado, con frontales, linternas, luces traseras… da un poco de respeto cuando te metes en uno y en la oscuridad empiezas a ver faros aproximándose. (el track en este punto hace cosas extrañas, lo túneles lo distorsionan). En uno de ellos pierdo las gafas y dudo incluso si dejarlas. Pero me acuerdo de lo que costaron y las recupero, después de asegurarme que no hay ningún coche cerca. Distingo faros en el túnel anterior, pero creo que tengo margen.



En Plan todo el mundo parece estar comiendo, se ve poca gente y poco tráfico. Normal, hace calor. Esta previsto que comamos en la piscina. More nos ha dicho que nos van a tratar genial, son conocidos de su prima y en el refugio igual.

La piscina es magnifica. Vistas a la montaña, con césped cuidado y el bar pegado a ella. Ahora si, un baño es preceptivo y revitalizador. El bar esta petadísimo y no dan a bast. Pedimos mesa y nos dicen que nos esperemos. More todavía no se ha dado a conocer, se muestra reacio a ejercer su influencia. No importa, hubiera dado igual porque son dos personas atendiendo el bar y es mejor no agobiar. El menú es pantagruélico. Carpanta hubiera tenido problemas, y muy rico. Si tuviera donde guardarla, pediría para llevar lo que nos ha sobrado. Durante la comida Toni vuelve a plantear que se quiere ir y Julio y More le convencen para que suba al refugio en taxi. A regañadientes acepta. De paso se lleva las alforjas. Jugada maestra, hay que reconocerlo. Hubiéramos llegado de noche con alforjas. Si llegamos.



La pista que sale de Plan al refugio no es llana y tampoco esta recién arreglada. Tiene porcentajes muy duros y algunos tramos en mal estado. Hubiera sido una tarde de leyenda, pero sin alforjas se queda en tarde épica. Toda esta etapa está siendo increíble en lo paisajístico e increíble en cuanto al calor y rampas. Dejamos 2h y media de nuestras vidas en subir 12 kms.

Cuando coronamos no puedo creer el sitio en el que estoy. Es un monumento natural, sobrecoge un poco. Por lo solitario y por las vistas, con el refugio un poco más abajo asomándose al valle, con moles montañosas al frente. Hacia el otro lado, una pista en mejor estado hacia el col de Sahun y otro refugio mas pequeñito. Venía desbaratado por el esfuerzo y me rearmo un poco al comprobar donde hemos llegado.

En el refugio nos recibe Toni asomado a la ventana. Sonriente y duchadito, nos guiá, nos pide las primeras cervezas y nos acomoda con la mejor de las hospitalidades. El exterior del refugio es espectacular, lo tienen un poco como restaurante. El interior no lo es tanto, y nos parece que adolece de un poco de limpieza. Para colmo, hay que ducharse con agua fría. Cenamos bien, con chupines y rebequita. Si te sales un poco del refugio y te internas en la oscuridad circundante, el cielo está casi blanquecino de la cantidad de estrellas que se ven.



He decidido dormir en el suelo después de ver que un tío como Victor, montañero hecho a las condiciones mas difíciles, se escandaliza por el estado de la litera donde íbamos a dormir. El al final lo hace ahí, pero con varias capas entre él y el colchón.


Refugio de Marradetas – Boi. 6 de Agosto 2024. 71 kms

Track

Ha llegado el encargado del refugio. Pregunta por More, su prima le ha dicho que andaba por aquí. Nos invita a desayunar, menos mal. El café que nos habían dejado por la noche estaba helado. Como cuando en el salvaje Oeste sacaban el whisky bueno de debajo del mostrador en el momento que llegaba alguien importante, él nos saca bollitos industriales (muy ricos a estas horas) y mantequilla a tutiplén de algún lugar oculto de dentro del refugio. Además, nos prepara cafés calentitos. Por fin la influencia de More se deja notar. Me pongo ciego de cruasanes con mantequilla y un par de cafés con leche.

Dejamos el refugio e iniciamos descenso hacia el otro mas pequeño que habíamos visto la tarde anterior y hacia el valle de Benasque. Hace casi frio, las vistas son preciosas. Tengo un conflicto entre mirar a mi alrededor o mirar la pista por la que circulo. Intento simultanear las dos cosas disminuyendo la velocidad. Nos cruzamos con algunos coches que suben lento hacia aquí, bamboleándose en los baches, para iniciar rutas o admirar el paisaje.



Pasamos un buen rato descendiendo y a medida que perdemos altitud el calor empieza a hacerse presente. Desembocamos en Chía y paramos en el primer bar que vemos. Error. Nos dicen que la hora del almuerzo ha terminado aunque unos bocatas podrían ser. Perdemos gran parte de la mañana esperando esos bocadillos. No entiendo tanta falta de profesionalidad. No tenía ni pan, ha tenido que descongelarlo. Con decirnos que no estaba preparado hubiera quedado como un señor. Pero no, es mejor hacernos perder mas de una hora. En fin. (bar la Serreta, evitar, tiene un 4,8 en Google, seguro que de sus colegas)

El siguiente pueblo, casi inmediatamente a Chía, es Castejón de Sos. Aquí comienza otro puertito que vamos a afrontar casi en lo mas cálido de la jornada, para no perder costumbre. Menos mal que no es de rampas exigentes, pero aun así, me hace sufrir. Al poco de iniciar el ascenso me desvío en un conjunto de casas para comprar agua fresca, hay una tiendita semiescondida. La señora que lo atiende me dice con pesar que no tiene agua, pero que fuera hay una fuente y que cada pueblo que pasemos ahora en la subida tiene una. No es que este muy fresca, pero siempre mejor que la que llevo en el bidón.


Miro el cartel de Col de Fades con alivio. Nos hemos separado, cada uno ha hecho el puerto a su entender, pero todos lo terminamos de forma honorable, incluso Toni, que llega antes que Julio. Debe ser verdad lo de la genética aluchera. Aún haremos alguna rampita más, pero ya poca cosa y en el descenso paramos en el camping de Laspaules. Ellos ponen las cervezas y nosotros la comida. Un buen trato.

Aparentemente, lo que nos queda de etapa no es muy duro. Un poco de descenso y luego ligera subida para llegar a Taúl. Pero son todavía veintitantos kms, y se me hace pestosísimo, a pesar de que, conforme nos metemos en el valle de Boi, el paisaje gana en belleza. No llegamos a Taúl. En Barruera paramos en su bonita iglesia y esperamos a Victor y a Toni que se han quedado bañándose en un recodo del rio. Y de aquí a Boi, a un hotel económico que hemos encontrado.

Desde Barruera a Boi no hay mucho. Nos separa una rampita de unos 5 kms y no puedo con ella. Tengo a la vista las primeras edificaciones del pueblo, pero tengo una sensación de vacio tremenda. Me da la impresión que mi cuerpo se va a desconectar, no debe quedarme ni una kilocaloria para quemar. Pie a tierra a un lado de la carretera y me doy una oportunidad de recarga. Como algunos arandanos secos, alguna nuez y respiro un rato. Moreno me sobrepasa, no da credito ‘ ¡Pero si el hotel está ahí mismo!’. La energia vuelve, por lo menos se pone en marcha mi motor auxiliar interno. No me permite alegrias, aunque es suficiente para encarar los ultimos metros.

El hotel es de los que nos convienen. Mas bien desactualizado, hasta un poco destartalado, pero limpio, con buenas camas y una buena ducha. Damos gracias por encontrar estos hoteles que están un poco dejados y que se ajustan a nuestras necesidades económicas perfectamente. Además la dueña es súper amable, y nos orienta en como visitar Taul a la mañana siguiente: bus público hacia arriba y sendero de poco mas de 20’ para regresar. (Hotel Fondevila).



El pueblo está hasta arriba de gente, por lo menos cenando y tenemos suerte de encontrar una mesa en el restaurante Treio. No cenamos mal, pero la apariencia del local prometía mucho más. Nos entretenemos un rato en la estampa nocturna de la iglesia de Boi, maciza, elegante, con su torre prominente que rompe lo compacto de su planta. Y después de un corto paseo a la cama.


Boi – Puebla de Roda. 7 de Agosto de 2024. 51kms.

Track

Hasta el desayuno es decente y económico en este humilde hotel. A ver… no hay bollería fina, ni pan de semillas, pero con un par de combinaciones maestras (lácteo, embutido…) tenemos para empezar el día. Subimos a Taúl Victor, Toni y yo. Julio y More se quedan remoloneando en la cama.

El autobús nos deja a pie de iglesia. Sant Climént de Taúll es aún mas impresionante que la de Boi. Su torre es mas alta y el interior ha sido ‘tematizado’: una proyección simula como fue originalmente y el resultado es mágico y evocador. El sendero de vuelta, todo cuesta abajo, nos devuelve a Boi en un corto paseo. También visitamos la iglesia de Boi por dentro, pero después de ver la de Taúll, esta nos deja un poco indiferentes.




Corta parada en Barruera para visitar también el interior de la iglesia. Otra vez nos deja indiferentes, aunque por fuera también es muy bonita. Quizás sería mejor verlas al revés, terminar con la de Taúl en un crescendo grandioso del Románico.

Desandamos el camino que hicimos ayer por la tarde para retomar nuestra ruta circular. El valle me resulta más bonito en este sentido, quizás a esta hora de la mañana me pilla mas fresco y receptivo.

Nos desviamos hacia el valle del Isábena y desde una caseta de información turística al lado de la carretera, comenzamos la única ascensión del día. ¿Hoy es día de relax?. En absoluto. Cada etapa en esta ruta nos está exprimiendo. En general no por los porcentajes, es el calor el que se cobra el peaje de cada jornada y nos deja al borde de la extenuación. Incluso en subidas como esta, sin rampas duras. Aunque también sin curvas que disimulen un poco el hecho de que estamos subiendo un puerto. La carretera se muestra siempre transparente, siempre en ascenso, sin puntos de referencia.

En Bonansa hay una piscina. Con bar. Mientras espero a los demás aparece otro cicloturista, pertrechado hasta los dientes, con alforjas colgando de todos los sitios imaginables de la bici. Me cuenta que es irlandés y lleva 15 días deambulando por aquí. Le señalo la piscina y el bar y duda, pero decide seguir su camino.

Nos bebemos 3 botellas seguidas de agua en el bar y tomamos posesión de la piscina. Está muy bien equipada: piscina amplia, mesas, sombras, servicios y…. moscas, muchas moscas. Un enjambre. Hay ganado en las inmediaciones y esto esta inundado de moscas. La chica del bar saca los últimos botellines y cierra el chiringuito para irse a comer. Nos deja allí haciendo lo propio.

Toni lleva a cabo una escabechina de moscas a golpe de chancla. Deja el suelo lleno de impactos negros. La chica del bar, cuando regresa y escoba en mano, no da crédito con miradas de reojo.


Retomamos la carretera, todavía nos queda un poco de puerto, aunque ya lo encaramos con otro ánimo. Ha bajado un poco el calor y sabemos que son apenas un par de kms hasta el alto de Bonansa. Lo que viene a continuación es un dejarnos caer. No tenía mas expectativa sobre esta etapa, mas que el pueblo próximo al camping donde tenemos que llegar. Inesperadamente nos metemos en un cañón precioso, el Congosto de Obarra. Disfrutamos de este refrescante tramo de paredes verticales que ha dejado la carretera a la sombra. El rumor del agua del rio Isábena que nos llega de abajo, nos hace deleitarnos. El eco que nos devuelven las paredes verticales acrecienta la sensacíon de estar solos. Hacemos parada en un monasterio románico a orillas del rio. Todo esto ha transformado una tarde que se presuponía rutinaria.



Llegamos al camping de Puebla de Roda como siempre, un poco tarde. More y Toni cogen una mini cabaña y los demás tiramos tienda en una parcela próxima mas abajo. Desde nuestra ubicación vemos el chamizo con More allá arriba, a la puerta, controlando el entorno al mas puro estilo patriarca gitano.

Nos dicen que Puebla de Roda tiene un bonito paseo, pero que Roda de Isábena, 2 kms más allá, es más bonito todavía. Nos acercamos a este último en bici y llegamos ya casi de noche. Decidimos cenar y luego visitar el pueblo, aunque sea en la oscuridad. O eso o no cenamos.


En los postres, lanzamos el anzuelo a Keko a modo de llamada grupal, a ver si le metemos el gusanillo para que se una en las últimas etapas. Va a ser difícil, no cierra la puerta aunque intuimos que este año no será.

Damos un paseo por este magnífico pueblo y volvemos al camping con noche cerrada. Menos mal que el tráfico es nulo.


Puebla de Roda – Castillazuelo. 8 de Agosto de 2024 . 57 kms.

Track

Necesito chaqueta al despertar y desmontar la tienda. Parece mentira con el calor que se desata después. Nos sentimos comprendidos en el bar del camping, no hay pegas para unos huevos con bacon y tostadas.

Partimos perezosos, pero no importa, el desnivel es favorable. Al poco de salir vemos coches aparcados en la cuneta y es que nos estamos saltando un puente románico a la salida de Puebla. Hay gente visitándolo. No nos detenemos, está un poco apartado, y ninguno de nosotros ha tocado el freno para hacer intención de visitarlo.

La fortuna pone en nuestro camino otro puente unos kms más abajo, en el pueblo de Capella. Es muy grande, restaurado, pero conserva todo su espiritu románico. A sus pies tiene una agradable zona recreativa, con sombra hospitalaria y arboles de gran porte. Remoloneamos en este sitio un rato, sabemos que el día no se va a presentar agradable en cuanto a temperaturas.



Tierras de labor, cereal, vides… no hay mas novedad hasta llegar a Graus, donde hacemos parada con avituallamiento de coca colas. Calor, ¿lo he dicho ya?.

Tiramos y enlazamos con un carril bici que nos ahorra unos kms de carretera general. Nos metemos en otra en un entorno espectacular por las construcciones hidroeléctricas y la sucesión de pequeños túneles, pero llena de camiones y tráfico. Tendríamos que haber estado atentos al track porque había que desviarse en algún punto a la derecha. Y no lo hacemos. Nos iba cundiendo tanto por el carril bici y después tan concentrados por el tráfico que no nos damos cuenta.

Desembocamos en un restaurante en un cruce de caminos en medio de la nada, con un calor sofocante y con el imperativo de decidir que hacemos. Casi de inmediato descartamos deshacer el camino. Volver con semejante tráfico y calor es poco sugerente. Así que se impone la opción de continuar. Nos vamos a perder Bierge y la posibilidad de bañarnos en el rio. De cualquier forma, lo que había previsto para hoy era otra súper etapa en lo kilométrico. Con este calor, no se si lo habríamos conseguido.

Optamos por dirigirnos a Barbastro y pasar un par de noches en Castillazuelo, un poco más allá donde hay un albergue. Desde allí visitaremos Alquezar en una etapa de ida y vuelta. Victor sugiere la visita a una bodega, estamos en la D.O. de Somontano. Tras muchas resistencias (sarcasmo), le decimos que si. Un paisano, que esta cocinándose como nosotros bajo la chapa de la terraza del bar (el tabaco te hace cometer estas imprudencias) nos sugiere la bodega Pirineos. Los conoce, el trabaja en otra mas grande, pero recomienda esta. Gente joven que esta empezando y le pone ganas. Pues allá que iremos.

Lo del albergue resulta funcionar muy bien. Amplio, limpio y atendido por Eva, chica superorganizada que atiende el bar, el albergue y nos dará de cenar. Con tal que se lo digas con un poco de antelación esta chica te organiza un banquete de bodas. Victor fantasea un poco con ella, es la clase de chica que le suele gustar, fibrosa y montañera. Al lado del albergue esta la piscina municipal, repleta de gente, pero que cumple su función. Nos reaviva. Baño refrescante y botellines con precios de los 90.

Cena ciclista y rica, con ensalada de legumbres y algunas longanizas para reponer calorías, proteínas y algún que otro mineral. Le contamos nuestros planes a nuestra casera y nos recomienda un sitio para bañarnos antes de llegar a Alquezar, aunque hace bastante que no va. Antes de acostarnos, durante el paseo por el pueblo, probamos unos chupitos de licor de colores inverosímiles, todos flúor y súper dulces. La jornada no puede ir a mas.


Castillazuelo – Alquezar – Castillazuelo. 9 de Agosto 2024. 37 kms.

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El desayuno también esta a la altura y bien pensado (no pidas bollería casera, esto es un albergue). Hay un poco de todo y podemos salir sin esa sensación que a veces tenemos de que nos vamos a venir abajo a la media hora. Aunque tampoco hacia falta un desayuno opíparo, nuestra primera actividad en el día es un paseo hasta la bodega Pirineos.

Nada de una establecimiento casero y pequeño. Estas bodegas son de buen tamaño y se ve por las instalaciones que tienen buena producción. El lugar donde va a tener lugar la cata es una sala supercuqui, con mesas altas, repletas de copas y platos con una muestra de embutidos y quesos para su degustación. La charla sobre el funcionamiento es súper amena y la cata mas todavía. Es un curso acelerado de degustación. Los vinos a cual mas rico. Me hubiera quedado allí a terminar las botellas.



Con cinco copas de vino, literal, iniciamos trayecto a Alquezar. Hay algunos otros sitios mas cerca donde bañarse: salto de Vero, repleto de gente según nuestra hostalera, y en Pozán de Vero también hay una zona, con chiringuito y todo. Pero pillan demasiado cerca de Castillazuelo, por lo que decidimos probar con el recomendado por ella, que está al comienzo de la subida a Alquezar y a tan solo 5 kms del pueblo.

Otra vez un calor aplastante. No veo el momento de llegar al rio.

Cuando lo hacemos nos decepciona. Es un sitio polvoriento, con pocos o ningún lugar para sentarnos a comer de manera cómoda. El rio tampoco lleva mucho caudal y el único lugar acogedor, a continuación de una pequeño salto de agua, ya está ocupado por varias familias.

En fin. Tratamos de sacar provecho del lugar y nos bañamos en el tramo que tenemos mas a mano. El baño en si esta muy bien, pero en cuanto sales y caminas un poco por la ribera se forma una segunda suela en los escarpines de polvo y tierra súper pegajosa. Echamos las esterillas y tratamos de comer lo mejor posible, dando cuenta de una botella de vino que hemos comprado en la bodega. Nos han regalado las copas de la degustación y se crea una situación un poco chirriante: allí tirados, con escarpines, chanclas y bañador, partiendo cachos de queso con navaja, abriendo envases de jamón, pero degustando un vino de calidad en copa elegante de cristal.



Solo 5 kms nos separan de Alquezar y todos cuesta arriba. 5 kms exigentes a esta hora del día. Llegamos por un lado Victor y yo y mas tarde More, Julio y Toni. A nosotros nos da tiempo a visitar la colegiata. Situada en lo alto del pueblo, no me explico como tenemos ganas de subir todavía mas, pero hay que aprovechar la visita. Nos dejan entrar gratis porque es prácticamente la hora de cerrar y las vistas desde allí, la verdad, es que son espectaculares, con un dominio absoluto del pueblo y el cañón del rio Vero.

Cuando bajamos ya están los demás esperándonos. Damos un pequeño paseo por este pueblo tan bonito, de calles estrechas y enrevesadas, hasta la plaza mayor semiporticada, donde no tenemos mas remedio que sentarnos en una terraza a tomar una cerveza, deleitar la vista con las fachadas que nos rodean y empaparnos del ambiente tranquilo y silencioso que a esta hora se vive en el pueblo.



El placer siempre dura poco y tenemos que partir si no queremos que se nos haga de noche. Invertimos en la vuelta prácticamente la mitad del tiempo que a la ida. Toni incluso se para en Pozán a ver el final del partido de España. Los demás seguimos, hemos prometido a nuestra casera que llegaríamos a cenar.


Castillazuelo – Huesca. 10 de Agosto de 2024. 53 kms.

Track

Ultima etapa. Pasamos por varios pueblos que hacen de base para internarse en la sierra de Guara, con gente desayunando en los albergues o preparando las camper para salir. Todo lleno de tiendas de actividades montañeras.

Conforme vamos alejándonos de la sierra el paisaje va haciéndose menos agradable, pierde vegetación, empieza a abrirse y ya incluso podemos ver varios kms de carretera enfrente de nosotros, sin nada que la interrumpa. El único atractivo en el trayecto es una panadería que conoce Victor de su deambular por esta zona. Hace tiempo que no para ahí, pero tiene buenos recuerdos. Está en Sietamo, a la entrada del pueblo. Panadería Ferrando. Y la verdad, que es uno de esos sitios que abre el apetito nada mas entrar. El olor que desprenden los productos recién horneados es irresistible. En el momento que entramos no hay nada en las vitrinas y la dueña nos hace pasar al obrador para que elijamos lo que queramos de las bandejas recién sacadas. A la dueña se la ve orgullosa de que su negocio funcione todavía, a pesar de haber quedado un poco aislados por la autovía. Funcionan con el boca a boca y porque la gente que sube a Guara conoce el lugar.

Solo queda llegar a Huesca, por esas carreteras tan feas que constituyen las entradas a cualquier ciudad, siempre con polígonos industriales y obras. Acariciábamos la idea de bañarnos en la piscina municipal en cuyo parking hemos dejado el coche, pero hoy Sábado esta cerrada. Es fiesta aquí y lo respetan escrupulosamente, así que cogemos el coche y nos acercamos a Zaragoza. En Huesca era imposible reservar nada debido a la festividad y así nos ahorramos una hora del viaje de vuelta a Madrid.


El ambiente en Zaragoza es criminal. Ni en la despedida nos vamos a librar del calor. Fácil tenemos mas de 40 grados. No salimos del hotel hasta el último momento que nos permite darnos un paseo por la ciudad con luz. Y nada, visitas a la plaza del Pilar, a la basílica, la lonja y la catedral por fuera. Los curas han hecho de las iglesias toda una industria turística y es caro visitarlas. Cena de tapas por el tubo, con ambiente recalentado e irrespirable. Por el calor en si y por los innumerables aparatos de aire acondicionado que inundan todas estas callejuelas.



Hasta aquí es lo que ha dado el viaje de este año. Hemos echado de menos a Keko, pero la posibilidad de que alguno de nosotros no quiera o no pueda ir un año siempre está ahí. En el viaje de vuelta reflexionamos sobre lo que está suponiendo para nosotros estas olas de calor perpetuas en las que se ha convertido el verano en España. No tenemos claro ya donde viajar para evitarlo. Menos mal que existe también una España de las piscinas, en la que los pueblos se han esforzado para tener una y retener, al menos, a la población que regresa a pasar el verano en ellos. A nosotros nos ha supuesto un verdadero alivio contar con ellas. Lo he pasado muy mal en algunas etapas, pero ahora en la distancia la verdad que también hemos pasado momentos muy buenos y transitado por sitios sorprendentes y espectaculares. No los hemos podido apreciar en su totalidad por el sufrimiento que llevábamos. En muchas ocasiones tampoco se cumplen las expectativas que nos hacemos sobre el viaje mientras se planea, sobre lo que nos encontraremos, sobre los lugares que disfrutaremos. Por ejemplo, este año, nos las prometíamos felices con las pozas para bañarnos y en este sentido ha sido una decepción. Esto también forma parte del viaje.

Y como siempre, el viaje no se hace completamente realidad hasta que no lo escribo. Hasta este momento es un batiburrillo en mi cabeza. Muchas veces sin orden, recuerdos que flashean mi mente. El trabajo de repasar el track y las fotos para escribirlo lo ordena todo y casi lo vuelvo a vivir. Quiero seguir buscando el viaje perfecto. Iré disfrutando, mientras tanto,  de otros buenos. Viajes a veces con el único objetivo sin sentido de unir dos puntos, que se convierten en coartada para pasar unos días con amigos. 


A no ser que encuentre tiempo para escribir alguna otra crónica de alguna escapada que hagamos durante el invierno, ¡ hasta el verano que viene ¡.

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