Francia - Cancion de bici y fuego (Recorrido por los rios Lot y Dordogne)


 


Todo planificado: la hora de salida de Madrid, las etapas, las visitas imprescindibles, algunos restaurantes, los puertos, los campings…La ruta sobre el papel y lo que luego resulta son totalmente diferentes. Idea original: visitar algunos de "Les Plus Beaux Villages de France", asociación francesa en la que pueblos de toda Francia compiten por estar en esa lista anualmente. Comenzando desde un lugar también emblemático y estratégico para nuestro plan: Cahors y siguiendo el curso de dos ríos también señeros de Francia: El Lot y el Dordogne.

Cansancio, distintas formas físicas, contratiempos... ponen a prueba la coexión del grupo. Desde el primer minuto el viaje nos impone su ritmo y nos destroza nuestra planificación. Y el primer contratiempo se revela pronto: no damos con la forma de fijar el portabicis a la furgo de More. Le damos la vuelta, por delante, por detrás; cuando resolvemos el puzzle tenemos bien entrada la mañana y después de mas de 10 horas estamos en Cahors, con la chica de recepción prácticamente echando la persiana. 

Qué pronto lo he contado y que largo fué. El dia tan intenso lo remata Keko. Antes de que Victor nos lo diga alguien comenta: ‘este es capaz de engancharse al final’. Pues si. Va a madrugar y nos enganchará en ruta. Cena en una taberna estilo irlandes, Au Bureau, nada pretencioso, fast food de calidad.

Cahors tiene un paseo bonito, algunos rincones verdaderamente encantadores pero el puente lo eclipsa todo. Atrapa tu mirada y te deja enganchado, intentamos captarlo con nuestras cámaras en la noche. No sé si habremos conseguido la foto que lo refleje con justicia.

Track completo

31 Agosto 2022. Cahors – Montbrun. 71 kms

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Desde la mgnífica terraza del hostel, volvemos a contemplar el puente mientras desayunamos. Otra luz, otra versión igualmente monumental que la de la noche anterior, ahora puesto en contexto gracias a lo que la luz del dia nos permite observar alrededor.

Arrancamos echando de menos a la chica de vestido ajustado que nos recibió ayer en la recepción, con la incertidumbre de donde podrá enlazarnos Keko. Estoy un poco perplejo. Yo habría desistido a meterme el madrugón, 900 kms, más el tramo en solitario para enlazarnos. Y por lo que oigo mis amigos también. Esta claro que cada uno estamos hechos de pasta diferente. Debió ser una decisión dura no venir después de tenerlo todo mas o menos planificado, y ha debido ser también una tormenta el tomar la de venir.

Vamos por una buena carretera, paralelos al rio Lot, sin mucho calor todavía, pero el sol ya nos avisa que el día se presenta muy veraniego. El rio me impresiona. No es de los mas grandes de Francia según me cuentan, pero nada que ver con los españoles. Esto es un señor rio, se siente pesado en la masa de agua, macizo y oscuro en su aparente quietud; no lleva velocidad por el poco desnivel del terreno pero se siente poderoso.

Se nota que es fin de semana, no hay mucho tráfico y nos cruzamos con bastantes ciclistas, algunos incluso haciendo contrareloj con coche de apoyo. Pedaleamos frescos todavía, son solo los primeros kilómetros de una ruta en la que tenemos puestas muchas expectativas.

Nos desviamos de la carretera que lleva a Sant-cirq-Lapopie por un bonito puente metálico y entramos al pueblo desde arriba. Es una manía que parece haber cogido Julio que implica que tengamos que subir impepinablemente antes de llegar, pero nos permite llegar al pueblo con una perspectiva diferente y más tranquila que la que ofrece la carretera principal. Nunca defrauda y ya desde la parte de arriba podemos saborear este pueblo tan bonito. Lo primero que hacemos es buscar un bar para tomarnos el primer avituallamiento de este viaje. Nos apretamos en una pequeña terraza protegida por sombrillas de lo que empieza a ser un sol castigador.

El pueblo esta repleto de turistas y nos cuesta encontrar donde comer (La Tonelle). Es normal, es uno "Les Plus Beaux Villages", nuestro primer 'village', además es un poco tarde para los horarios franceses. Keko ya nos había avisado que viene pisándonos los talones y mientras estamos sirviendo nuestra primera jarra de vino nos dice que ya está aquí. Llega acalorado, como es natural y con bastante excitación. No es para menos. Lleva 12 horas de viaje ininterrumpido en solitario, pero ya está con nosotros.

Paseo por el pueblo que nos impresiona por lo bonito aunque a duras penas aguantamos ya bajo un sol inclemente y buscamos cualquier sombra para hacer un paréntesis. Pero hay que seguir.

Alcanzamos Cajarc y hacemos parada técnica y turística. El dueño del restaurante donde paramos nos mira un poco receloso o sin ganas. Es un restaurante pintón, presiente que no vamos a consumir mucho y quizás le afeemos un poco la fachada con tanta bici y tíos sudorosos. Encima dejamos las bicis allí mientras le damos un paseo a este pueblo, también turístico. Aunque después de lo que acabamos de ver en Sant-cirq este me resulta un poco indiferente.

En poco tiempo alcanzamos ya el fin de etapa. El Lot nos ha ido acompañando y Víctor va rumiando que un baño en el rio seria un buen colofón. Víctor es un tío asilvestrado que pone por delante un remojón en un rio a una visita a un balneario. Pero la verdad es que tiene su encanto disfrutar de lo que te ofrece el camino. A veces es un bar, otras un rio.

El camping es muy …...¿silvestre también? No tiene ninguna parcelación, es en medio del campo y ya. Y la recepción es tipo campamento provisional. Pero por supuesto tiene duchas. Amén. Antes, la encargada del camping nos dice por donde acceder al rio y allá que vamos, a refrescarnos en las oscuras y tranquilas aguas del Lot, con liana y niños con flotador incluidos.

En paz con nosotros mismos, cenamos con una de las dos botellas de vino que habíamos reservado. La otra, sin razón aparente y a modo Salomónico, se la han ofrecido a otros campistas. No vamos a dejar que nada nos empañe este final de etapa y le pedimos que ponga a enfriar otra aunque no sea el que habíamos pedido. Todo va bien.


1 Agosto 2022. Montbrun – Conques. 74 kms

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El Lot nos sigue acompañando, buena carretera y a esta hora buena temperatura. Aunque el dia amenaza calor. Mi recién estrenada bici es toda una sensación nueva. Acostumbrado a la mtb, esta es todo facilidades en el asfalto. Julio y yo nos separamos de la carretera para echar un vistazo a un chateau encaramado en una ladera y perdemos contacto con el resto. Mientras sprintamos para cazarlos un ruido recurrente me estropea las sensaciones de la bici, no tengo claro de donde viene.

Nos metemos un minipuerto de regalo por no estar atentos al track por el dichoso ruido, pero enseguida encontramos alternativa para enlazar con el resto. Tampoco había mucha perdida. La campiña francesa, con esos chateaus, esos campos tan ordenaditos, tan aseados y bien cuidados me resultan muy bucólicos….si no fuera por el calor...hemos dejado España con el consuelo de que en Francia todo sería mas llevadero. Pero no. Aquí esta apretando como estoy seguro que no recuerdan los mas viejos del lugar.

Capdenac tiene una buena visita, pero el calor lo desvirtúa todo y después de un corto paseo nos metemos en lo que se nos antoja el mejor bar del mundo, con aire acondicionado (raro en la France), agua fría y cerveza...¡también superfría¡ (L’oltis) El dueño encima es simpático (mas raro aún). Tiene un mirador interior con unas vistas fantásticas. Allí echamos un buen rato, incluso alguno una segunda cerveza, conscientes de que lo de fuera no va a ser mejor.

Salimos un poco tarde de Capdenac y nos sorprende la hora de la comida sin nada en las alforjas. Confiados en que la carretera atravesará algún pueblo con super no hemos comprado nada y tenemos que desviarnos en busca de un super que localizamos en google. Entre el calor, los camiones y la falta de opciones para comer, hacen que el tramo, aunque llano se me atragante. Mi bici sigue haciendo ruido, eso me desmoraliza. La sensación de flotar sobre ella solo ha durado un día. Ahora el protagonista es el ruido. Además me preocupa que pueda ser algo que pueda provocar un accidente. Ahora mismo siento que todo va mal.

Son solo 3 kilómetros lo que nos apartamos de la ruta pero el super al que llegamos, en las afueras de un pueblo como en un polígono industrial, nada acogedor, ni una sombra vegetal, me sienta como un nuevo revés. Sentados en un bordillo nos zampamos unas ensaladas de pasta con la única recompensa de unas onzas de chocolate como postre.

Desandamos el camino para retomar la ruta, retomar el Lot, que nos sigue acompañando oscuro, pesado como el día que tenemos encima. Y seguimos. No tengo más impresiones sobre esta tarde, solo la llegada al camping de Conques, que creíamos que no era el nuestro pero que es el único, así nos lo indican otros dos cicloturistas.

Vamos tarde para la hora francesa, y Keko y Víctor se adelantan para buscar un restaurante que presagiamos será difícil por lo turístico del pueblo. Lo encuentran pero les estresan con la hora y con la cantidad de gente que hay. Nos meten prisa.

Como todos los pueblos bonitos esta en cuesta. Desde el camping hasta arriba el porcentaje es considerable y llegamos con la lengua fuera y haciendo fotos porque lo que vamos viendo es fantástico. Al final nos relajamos nosotros y los del restaurante (Le Charlemagne), que nos pasan a una bonita terraza donde cenamos bastante bien.

Conques es flipante en cada uno de sus rincones rematado por una soberbia catedral. La animación turística es cuidada: un concierto de órgano de tubos en el interior con temas clásicos y hasta de U2 y una recreación con proyección sobre la portada que desvela la policromía que debió tener, resaltando por fases cada una de sus partes. Habíamos visto lo mismo en la de Cahors, pero aquí con todo el ambiente medieval del pueblo no tiene comparación. Con posterioridad leo que la portada se atribuye al mismo escultor del pórtico de la Gloria en Santiago. Es un buen final para un día duro.



2 de Agosto 2022. Conques – Jussac. 70 kms

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Calor, otra vez calor. Los franceses deben estar flipando. Yo también. Esperaba un país más amable en cuanto a temperaturas pero el cambio climático lo esta trastocando todo. Empezamos subiendo, una subida tendida, pero de 30 kms. Y no se si nos vamos aclimatando pero parece que conforme vamos subiendo hace ligeramente menos calor. No hay nada destacable en el recorrido, voy grillado con el ruido de la bici.     

Comemos a la sombra de la iglesia de Roannes. El pueblo desierto, todo el mundo parece estar a resguardo del sol. Ahora mismo parece que estamos en cualquier pueblo de Extremadura o Andalucía a la hora de la siesta. No hay bar abierto. Al menos contamos con los servicios públicos , una constante en los pueblos franceses. Dejamos pasar el mediodía con una pequeña siesta al frescor del interior de la iglesia. Dispersos por los bancos y vistos desde la entrada parecemos asistir a un servicio litúrgico con un cura inexistente. Pero los cabeceos nos delatan.

El tramo hasta Aurillac es infame. Los conductores franceses son suicidas. Nos adelantan sin miramiento ni respeto, a veces jugándosela ellos y otras nos la juegan a nosotros. En el pueblo hay varias tiendas de bicis y nos desviamos para que revisen que le pasa a la mía. Nadie parece saber ingles pero se muestran super amables y me revisan y desmontan la rueda gratis (Culture Velo). El diagnostico es benigno en cuanto a seguridad, pero le entendemos que es un problema de montaje de la rueda y ha pillado cierta holgura.

Descansamos en lo que parece el meollo de Aurillac, Perrier unos y cerves otros, entretenidos con el bullicio de la plaza donde nos encontramos. Nada más salir de Aurillac hay un repecho y Toni termina pajarín: la cerveza y que mentalmente estábamos en el final de la etapa causan estragos. Toni no lo entiende, por dos cervezas de ná. Dice que Moreno le ha echado burundanga.


Llegamos a Jussac con el tiempo justo de comprar viandas en el super y montar las tiendas. La pradera del camping es magnifica. Hoy el menú serán huevos revueltos y salchichas a la brasa. Lo cocinamos en los hornillos y no se si es por que llegamos caninos, pero nos saben a gloria a pesar de las dificultades para mantener los hornillos en pie. Vino, charleta…. Nos falta la hoguera y la guitarrica.


3 de Agosto. Jussac – Salers. 37 kms.

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Vamos cogiendo el horario matinal y cada vez ajustamos mas la salida. No queda otra si queremos ventilarnos una buena parte de la etapa prevista durante la mañana y ajustarnos a los horarios de comidas franceses. Aun así nos las vemos y deseamos para terminar desahogados. La de hoy esta prevista como una de las largas 72 kms con 41 prácticamente subiendo desde el principio. Pero eso, nosotros planeamos y el día transcurre como le da la gana.

Paramos en Tournemire, otro de esos pueblos franceses bonitos y turísticos. Pero el calor no nos deja disfrutarlo, arrastramos lo pies por las calles junto con los pocos turistas que hay a esta hora. Nos sentamos en un restaurante a tomar algo de liquido. Los precios son disparatados pero no hay nada mas abierto.



Continuamos o lo intentamos. Tenemos dos repechos antes de abordar el último y largo que nos dejaría en el ecuador de la etapa. Pero perdemos a Toni. Coronando uno de ellos giramos la cabeza y no está. More le localiza en un prado, vencido. No quiere continuar y nos pide que nos vayamos. Esto me recuerda a cuando abandonas al herido para que el resto del grupo sobreviva. Esperamos a que la plática de More haga su mágia al lado de una autocaravana apartada a un lado de la carretera. Sus ocupantes mantienen las ventanas entreabiertas, tiene pinta de que estan dejando que pase lo crudo del dia para continuar. Keko señala su gps que esta ardiendo. Literal.

Nos dejamos caer al siguiente pueblo. Entre unas cosas y otras ya es hora de comer y no nos ha cundido nada. El albergue donde esta el restaurante esta hasta los topes, pero ya hay gente terminando y nos darán de comer. El camarero es un chaval que ha pasado algún verano en España, chapurrea español. Hace calor incluso a la sombra. No comemos mal y tiene precios populares (Auberge du Pont "Chez Sylvie" ).

Dejamos pasar lo mas crudo de la sobremesa tumbados a la sombra en un parquecillo enfrente del restaurante, cada uno con la incertidumbre de como continuar. Finalmente More rehace la etapa y cambiamos el destino original. Nos vamos a dejar algunos de los pueblos mas chulos, pero nos los cambia por otros que tenia en la chistera. Así que nos dirigimos a Salers, no sin cierto mal rollo por abandonar el plan original.

Llegar a Salers tampoco es un paseo y lo sudamos. Y yo exprimo mi desarrollo que a todas luces se me queda corto en cuestas prolongadas con cierto porcentaje. Sobrepasado el 8% no puedo aflojar porque me quedo. Al menos parece que el ruido de la bici ha ido a menos y no me taladra la cabeza ni la voluntad.


Es super tarde cuando llegamos a Salers. En el camping están como recogiendo. El encargado, muy dicharachero y veraneante en España en algunas ocasiones, nos sitúa y se va a hacer la ronda para asegurarse que se respeta la hora de silencio. Cuando nos volvemos a cruzar con el, muy majo, echa a unos niños del salón social, los manda a dormir a sus tiendas y nos lo ofrece para cenar. Después de enredar un buen rato con los interruptores de las luces consigue dejar alguna encendida. En el rato que ha pasado entre nuestro primer encuentro y el segundo parece haber pasado por alguna cantina porque ya no habla ni coordina como antes. Keko y Toni celebran un campeonato de ping-pong. Intento unirme y rememorar mi adolescencia en los billares, pero no hago mas que dar paladas al aire, con mucha intención pero sin tocar la bola. Le echo la culpa a que cada vez veo menos y la pala es una mierda, pero veo jugar a estos dos y la pala no tiene la culpa.

Al tercer encuentro con el jefe del camping, a cierta distancia vigilando que apagamos todo y listo para establer el toque de queda definitivo, deducimos que, efectivamente, entre ronda y ronda, debe pasarse por alguna cantina secreta.

Casi la mitad de la crónica de esta etapa es sobre el tiempo que hemos estado sin montar en bici. El viaje también puede ser así. 


4 de Agosto. Salers – Mauriac. 24 kms.

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Salers es (otro) uno de esos pueblos bonitos de Francia. Uno parece estar en otra época, no entiendo como han podido preservarlos tan bien. Creo que solo tiene una explicación y es que la gente todavía vive en ellos durante todo el año y se gana la vida en los alrededores, no solo del turismo, que también. Julio nos ha contado en alguna ocasión que después de la II Guerra Mundial hubo un ministro que declaro toda Francia de interés turístico y hubo dinero para rehabilitar y conservar. O algo así. Hemos llegado pronto y paseamos por el pueblo casi sin gente. Es cuando terminamos y nos sentamos a tomar un café cuando las calles se empiezan a llenar de turistas. Vaya lio con los cafés. Nuestra camarera acierta con la mitad. Es imposible que gente joven no sepa hablar inglés. Simplemente no quieren complicarse la vida. Les da igual, tienen turistas de sobra.



Paramos en el siguiente pueblo, Anglards, pero esta muerto, no hay nadie, ni atractivos, a excepción del correspondiente Chateau. Deliberamos a las puertas de la iglesia sobre nuestros próximos pasos pero estamos un poco desnortados por el cambio de itinerario y también con mal ambiente por las diferentes opiniones. More lo tiene claro y aguanta todos los peros, esta debe ser una etapa de descanso.

El calor no ayuda a despejar nuestros nubarrones pero el viaje sigue y nos plantamos en Mauriac. Buscamos el lago, buscamos algún sitio donde refrescarnos, imaginamos chapuzón y bar. Pero el lago está acotado por una bacteria, está prohibido el baño y el único bar a sus orillas se cuece bajo un sol despiadado. Buscamos refugio bajo los toldos pero es un alivio solo visual, aparente, porque debajo del toldo parece concentrarse todo el fuego de alrededor. El vino en un recipiente con hielo nos consuela durante un rato.

Sesteamos con la animación del camping que hay al lado del lago en todo su explendor. Llamamos a los siguientes campings que hay mas adelante pero todos parecen estar completos por lo que nos acercamos a este que tenemos a tiro de piedra. No tengo buenos recuerdos de estos macro campings, la fauna que los habita, el equivalente a la turba que llena los centros comerciales como unica opción de ocio en fin de semana, gente gritando, niños desmandados, baños superpoblados… Pero pronto se convierte en destino deseado cuando nos dicen que tampoco hay sitio. Como gentileza nos ofrecen un arenero con piedras y desnivelado y que no vamos a tener mas remedio que aceptar. Pero cuando vamos a decirle al encargado que lo cogemos, se saca de la manga una parcela extramuros, con cierto desnivel pero con ¡¡hierba¡¡. No creo que puedan cobrarnos por un terreno que no es suyo, pero estamos hasta agradecidos.

Apuramos los 5 minutos que quedan para el cierre de la piscina y nada, damos por terminada esta corta jornada de bicicleta con cervezas y vino en el chiringuito del camping. Esta rutina final es la que no cambia.

En estos viajes en los que no hay mas perspectiva que el dia siguiente, otra etapa mas, mis compañeros son el hogar. Algo parecido a lo que cantaban Los Suaves aunque mi casa no es el rock’n roll, son mis amigos que es donde regreso cansado de viajar. Y de donde me termino yendo en busca de la soledad de mi tienda para reencontrarmelos mañana.


5 de Agosto de 2022. Mauriac – Argentat. 52 kms

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En Mauriac encontramos una boulangerie con todo tipo de viandas que nos solucionan el desayuno mas que decentemente (Maurie & Thierry David). El pueblo parece estar en decadencia, un poco destartalado y sombrío. El bar donde nos tomamos el café también parece haber dejado atrás sus mejores años, aunque al menos el dueño no se hace líos con ellos y nos trae lo que hemos pedido. 

Al poco de salir del pueblo nos metemos en un cañón con hayedo incluido. Tanto verde refresca mi mente y apacigua la calorina que tenía ya imbuida en mi cabeza. A mis amigos les debe pasar lo mismo porque ha cambiado el humor. La pequeña carretera es deliciosa y todo hacia abajo, donde oímos el rumor del agua. No quiero pensar que despues de un descenso viene lo contrario. El pensamiento lo tengo ahí, pero de momento no lo dejo pasar.


El ascenso tampoco es duro salvo por algunos tramos, y seguimos arropados por la vegetación. No supone una gran penitencia por nuestro pequeño goce de hace unos minutos y lo afrontamos también con ánimo.

Al salir nos reencontramos con un típico paisaje de campiña, un poco reseca aunque con trazas de verdor. La carretera es estrecha, sin circulación, un camino local asfaltado, un paraíso para rodar, con explotaciones agrícolas aquí y allá, con sus perros sueltos que nos amenazan y persiguen en algún trecho. Me siento presa por momentos. Nunca sabes si solo están marcando territorio o esa cabeza que ladra a tus pies se va a llevar un trozo del gemelo en un envite. ¿En que piensan los dueños dejando las verjas abiertas con estas fieras deambulando a su antojo?.

En Chausenac, un pueblin coqueto en medio de la campiña, rellenamos botellines. Toni dice que le parece estar en un decorado del parque de atracciones; todo parece hecho bonito adrede para crear ese ambiente medieval.

Seguimos por campiña y en Rilhac-Xaintrie buscamos la forma de acercarnos al Chateau para verlo pero no lo conseguimos. Mientras dudamos por donde continuar una señora nos pregunta pero claro, ni papa de francés, aunque la entendemos que nos ofrece agua. Aceptamos la hospitalidad pero pronto vemos que la señora empieza a sentirse intranquila por estar rodeada por tanto ciclista de quien sabe donde, por lo que abreviamos el repostaje.

Y mas campiña. Hasta Saint-Privat donde podemos parar porque, oh my god¡¡, hay menú del dia¡¡... en un acogedor bar con terraza hasta los topes. Nos da igual. Nos acomodamos en el interior (Hôtel de la Poste).



Por la tarde el territorio sigue siendo fácil y, sin mas novedad, alcanzamos Argentat, que se ve flamante según llegamos atravesando un puente, con sus calles llenas de gente y ...con hilo musical¡¡. No nos paramos ahora y seguimos hacia uno de los campings que flanquean el rio La Dordogne (camping Europa) con piscina y un simpático dueño con un beer-truck donde nos servirá cervezas y vino a demanda. El camping es bastante básico pero tiene un chateau en su interior, está al lado del rio y tiene piscina. No necesitamos mucho más. Después de unos baños en la piscina y en el rio, con raftin a pelo por parte de Victor y Toni incluidos, se nos hace de noche cenando y disfrutando del rico vino del pais.



6 de Agosto. Argentat – Breteneaux. 59 kms.

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Ayer cuando monté la tienda me pareció que habia hormigas. Y si lo parecia es que las hay. Intento sacudirlas pero son legión. Al final del viaje, dentro de unos dias, todavía aparecerá alguna despistada procedente de este camping.

Las boulangeries son la opción que se ha revelado más económica y rápida para el desayuno. Si necesitamos café, que siempre reconforta, lo tomamos después en algun bar. El café de hoy es a orillas del rio, después de un corto paseo para visitar Argentat. Me da la sensación de que estamos dentro de una postal, el entorno no puede ser más bucólico con el río y algunas edificaciones colgadas en frente; el puente a nuestra derecha y unas preciosas casas de dos plantas a nuestra espalda. El dueño del bar donde estamos trae los cafés como le da la gana o al menos el tiene un concepto diferente que el resto de Francia de lo que es el café au lait. Es tamaño Starbuck xxl pero al menos está rico. Disfrutamos un rato del silencio y tranquilidad de esta hora de la mañana mientras vemos el fluir lento del rio peinando las algas que se dejan ver en la superficie.

La carretera es, otra vez, bucólica. Campiña francesa, poco transito, poco desnivel, charla en ruta; bosquetes, prados y explotaciones agricolas; cicloturismo 100 % genuino. Los kilómetros vuelan sin mucho esfuerzo y aparece Beaulieu, otro pueblo bonito. Esta rutina empieza a devaluar la belleza de estos pueblos y no estaría de más encontrarnos con alguno feo por aquello del contraste (pura ironía).

La oficina de turismo es competente y en varios idiomas. Nos orientan en un periquete y accedemos al pueblo por una de las puertas historicas. Además del trazado medieval, recinto bastilla, la abadia es el principal atractivo. Es bellísima por dentro y por fuera, con toda la austeridad que impone el románico; la decoracion de su portada, su torre y enclavada en una plaza llena de vida.


Unos kilómetros más adelante nos topamos con Bretenaux y un restaurante a resguardo del sol que empieza a hacer de las suyas. Terraza atestada de gente, entre dos edificios que proporciona un refugio acogedor ante el calor que reina a esta hora del dia (Brasserie de la Poste). Comida decente y sin pretensiones, como nosotros.

Todos los campings que hay mas adelante estan completos. Según llamamos nos chapurrean que no hay sitio y nos cuelgan sin piedad. Pero, como pasa muchas veces, la solución la tenemos al lado. Este pueblo también tiene camping, con piscina y hay sitio. De sobra. Nos frustra un poco porque queríamos que la jornada nos cundiera un poco más, pero así estan las cosas. Recelo un poco del encargado del camping, un poco anárquico en sus explicaciones, pero son prejuicios míos por su aspecto. Me ha dado la impresión que se ha encontrado ese negocio por casualidad y lo está explotando. Un oportunista. Me espero que la piscina este cerrada, los baños en mal estado, yo que sé. Pero al contrario, es un camping humilde, con algunos de esos residentes perpetuos en sus mobil homes y con todo en funcionamiento.

Decidimos hacer una escapada al cercano pueblo de Carennau, excepto Toni que se queda trapicheando con su bici, intentando ajustar cambios, frenos… Alli le dejamos viendo tutoriales en Youtube.

Keko quiere probar su gps y los itinerarios que le ofrece según cambia ajustes y modalidades de ciclismo. Julio y Angel prefieren ir por la general y Victor, Keko y yo por donde nos dice su gps. Damos algún rodeo por no saber interpretar sus señales, estamos a punto de ser devorados por dos perrancanos (otra vez) que salen disparados de una finca abierta. Creo que esta vez si hemos estado cerca de tener un disgusto. Las carreras y voces desesperadas de los dueños intentando controlar a los perros así lo indican: Ellos tampoco veían segura la situación. Nos damos cuenta que nos hemos metido sin querer en una propiedad privada, pero no merecemos la muerte por eso.

Con la adrenalina en la sangre todavía, llegamos a Carennac. Otro pueblo precioso, medieval, cuidado, con encanto… no se que adjetivos utilizar ya. Tantos pueblos encantadores, pareces estar en una película de Ivanhoe.


Ya de regreso a Breteneux, nos sentamos en la plaza a tomar unas cervezas contemplando su mágnifica plaza, disfrutando del ambiente creciente que se está formando ante una representación teatral que va a tener lugar. El pueblo en si no es tan bonito como Carennac, ni mucho menos, pero también está muy aseado, casas tradicionales y la plaza que es preciosa. 

Cenamos casi a oscuras en el camping en lo que debió ser el bar pero que está abandonado. Nos hemos despistado y hoy no tenemos vino, solo agua de bidón de bicicleta. En fin.


7 de Agosto. Breteneaux – Senierges. 65 kms.

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Es dia de mercado en Breteneaux y el pueblo bulle, esta a tope de gente. Hoy solo desayunamos de boulangerie y el café nos lo saltamos.

La salida del pueblo hasta el siguiente hito, Autorie, es una maravilla. Otra postal que se graba en la memoria con nosotros de protagonistas. Carretera estrecha, campiña, atravesando bosquetes; el arquetipo del paisaje rural hasta Prudhomat. A partir de aqui sigue siendo bonito pero ya es menos encantador, quizás porque están más a la vista las lineas de luz y hay mas construcciones modernas en los campos.

Autorie nos devuelve a la postal. Aparcamos las bicis y paseamos por sus calles dejándonos empapar por su encanto. Uno no sabe hacia donde apuntar la cámara lleno como está de tomas sensacionales. Parecen pueblos de mentira, de cartón piedra, de decorado, como decía hace unos días Toni.

Salimos de aquí atravesando el rio, situándonos al otro lado del cañón que forma y que nos permite ir dejando el pueblo con una visión general,. Y llegamos a Loubresac, es camino de Santiago, otro pueblo encantador. No se que adjetivos mas usar, todo invita al paseo y a la contemplación.


El entorno es fantástico y sin grandes desniveles. En Alvinac paramos para comer en un pequeño restaurante a pie de carretera. Precios populares y simpatía a raudales, no parece que estemos en Francia (Le Petit Resto). Hasta aquí lo que es una jornada en el paraíso. A partir de ahora haremos la penitencia por esta media jornada de diversión cicloturista. Siguiendo la más pura ortodoxia cristiana, habremos de pagar por tanto placer.

Contemplando Rocamadour desde un mirador en la carretera alguno de nosotros pregunta en voz alta que si lo visitamos. Yo quiero hacerlo, me parece un desperdicio estar a tiro de piedra y no meternos en este emblemático lugar. Mientras nos hacemos una foto mi cámara se desliza del maillot y cae desde una altura de 5 metros. No enciende, primer castigo.

El pueblo se alinea a los pies de la impresionante roca de donde cuelga el monasterio, está repleto de gente, de tiendas de recuerdos y restaurantes. Lo recorremos un poco sobrecogidos por el ambiente y la imponente construccion casi esculpida en la pared bajo la que nos encontramos.


Dejamos el pueblo por una senda paralelos al rio que no nos ofrece dificultad pero que al cruzar el rio nos las pone todas. A partir de aquí, hacemos algo mas de un kilometro de empuja bike por una pista de tierra con un porcentaje respetable. Nos consolamos de que al menos es a la sombra, pero cuando salimos de la pista estamos exhaustos. Y aquí no termina el castigo. Aunque nos las prometemos felices por haber encontrado asfalto, el perfíl ya no nos es favorable y penamos por la carretera durante casi 14 kms sin apenas respiro.

En el cruce donde termina esta carretera nos reagrupamos. Un lugareño se apiada de nosotros y nos da una botella con agua congelada. Que poco hace falta para que nos sintamos eternamente agradecidos. Tardamos casi una hora en reunirnos todos. Mientras llegan los descolgados, vamos llamando a diferentes campings cercanos y todos nos niegan la acogida. Todos llenos. Decidimos no llamar al último y presentarnos allí sin avisar. Empieza a ser tarde y ya vamos un poco nerviosos.

El camping ya está cerrado, pero afortunadamente la encargada todavía anda por alli. Mientras revisa su ordenador haciendo gestos negativos con la cabeza miro con avidez la barra del bar donde no hacen más que servir cerveza de un grifo que se me antoja un maná. La dueña nos ha encontrado un hueco pero nos mete prisa por la hora. Encargamos alguna pizza y cenamos sin siquiera quitar las alforjas de la bici.

Mientras vamos hacia la parcela indicada vemos otras vacias. No entiendo nada, tantos aspavientos y el camping tiene sitio. Hay mucha gente, pero hay parcelas libres. Ya da igual, estamos instalados y tenemos duchas. El bar finalmente permanece abierto lo suficiente para que hagamos una pequeña sobremesa. Una pequeña recompensa para una tarde infernal.


8 de Agosto. Seniergues – Cahors. 39 kms.

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La piscina del camping provoca una escisión en nuestro grupo. Toni quiere bañarse a toda costa, a pesar de que nos retrasará para llegar a Cahors a una hora prudente. No conseguimos convencerle y al final yo tambiénc me baño. El camping tiene unas vistas fantásticas y desde la piscina incluso se ven mejor. Los demás nos esperan fastidiados por el retraso y la disparidad de criterios. Sigue haciendo calor.

Afortunadamente la mayor parte del trayecto que nos queda es con terreno a favor y nos cunde bastante. Visita relampago a Saint Martin de Vers y seguimos tragándonos kilómetros paralelos al rio Vers hasta su desembocadura en el Lot, viejo conocido del principio de este viaje.


Es hora de comer y no encontramos donde en Bears. El único restaurante a la vista tiene precios de estrella Michelin. Seguimos con la esperanza de encontrar algo. El calor empieza a ser insoportable y otra vez es tarde para los horarios franceses.

A pié de carretera aparece un bar con una boulangerie al lado. Uno de los dos será la solución. En el bar nos dicen que ya es tarde, pero se lo piensan mejor al vernos consumir cervezas y la oportunidad de 6 comensales extras, somos un negocio, aunque nos advierten que nada de ‘plat de jour’. Pues al final comemos bien y todo y no demasiado caro.

No nos queda nada para Cahors pero el calor nos devora y enfilamos al fin con alivio las calles de Cahors. El albergue y nuestros coches siguen donde los dejamos. El puente sigue alli y también nos recibe la chica del primer dia, con otro vestido igual de sugerente. Parece que llegamos a casa. Todo está como debía.

Y nada más. Después del paseo por Cahors, cenamos caro y regulín en Bistro de Lisa y rematamos con uno de nuestros finales gloriosos: En una terraza, en una centrica plaza, tomando un brebaje infumable que hacen pasar por mojito. Nadie debería tomarse una copa en este bar (Le Bistrot Gambetta), es un atentado.



Ha sido un viaje largo en días, del que apenas me he dado cuenta mientras he estado inmerso en él. Los días son una rutina de días diferentes pero haciendo lo mismo. No soy capaz de valorarlos mientras los vivo, todo parece ir a cámara rápida, solo tiene importancia el momento en el que estamos en pleno trayecto; la belleza en deslizarse, el infierno en las cuestas, el castigo del sol inclemente.  

Y el viaje trasciende esos días que pasamos juntos. También forma parte de él el recuerdo de la experiencia cada vez que quedamos a comer, estas líneas que intentan rememorarlo, nuestras fotos juntos, el poso que deja en nuestra memoria.  

Hasta que empezamos a planear el siguiente.








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